‘Ecobicla’, un proyecto que lleva 10 años sin despegar en Saltillo

Desincentivar el uso del auto es una asignatura urgente en la capital coahuilense, pero es imposible avanzar en su atención sin poner en marcha proyectos para que las personas usen otras formas de movilidad
Una de las carencias más evidentes de Saltillo es la relativa a una política de movilidad que promueva el uso de medios alternativos para desplazarse de forma individual en la mancha urbana y sean distintos al automóvil particular. Se trata de un déficit que ha sido señalado hasta la saciedad pero que ningún gobierno ha considerado necesario atender a fondo.
Como ocurre en cualquier ciudad del tamaño de la capital coahuilense hoy es evidente que la infraestructura urbana ha sido rebasada por el parque vehicular. La inexistencia de un sistema de transporte público eficiente, así como la ausencia de infraestructura y proyectos que promuevan otros medios de locomoción solamente contribuyen a que se agrave el problema.
Y la solución, como nos lo demuestran los ejemplos de múltiples zonas urbanas del planeta, no reside en invertir mayores presupuestos en ampliar avenidas o erigir distribuidores viales, sino justamente en lo contrario, es decir, en desincentivar el uso del automóvil.
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Hace ya una década asomó con timidez un proyecto que remaba en la dirección correcta: “Ecobicla”. Se trató del primer intento serio por fomentar el desplazamiento en bicicleta dentro de la ciudad, una iniciativa que fue saludada por múltiples grupos entusiastas de esta forma de movilidad.
A diez años de distancia es evidente, como se retrata en el reporte que publicamos en esta edición, que no se ha hecho prácticamente nada para consolidar dicho proyecto, más allá del impulso inicial que tuvo para comenzar a rodar.
Con 12 estaciones de préstamos de bicicletas -tres de ellas fuera de servicio en este momento- y uno costo más bien simbólico para hacer uso del servicio, el proyecto “Ecobicla” apenas atiende una 25 solicitudes de préstamo por semana y eso que, de acuerdo con sus responsables, el uso “ha repuntado” después del período de confinamiento por la pandemia.
No puede extrañar el hecho de que dicho sistema tenga números tan pobres, mismos que en cualquier momento podrían llevar a las autoridades municipales, responsables del mismo, a clausurarlo por incosteable: es que no se ha desplegado esfuerzo alguno para fomentar el uso de la bicicleta.
Porque no solamente se requiere colocar estaciones, dotarlas de unidades y cobrar poco para que las personas decidan cambiar el auto por una bicicleta. Adicionalmente es indispensable invertir en el mantenimiento y ampliación de ciclovías que vuelvan seguro y, por ende, deseable el uso de tal vehículo.
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Lejos de tal posibilidad, sucesivas administraciones municipales -incluida la actual-, han dejado que el proyecto “Ecobicla” funcione de forma inercial y acaso que muera lentamente para eliminarlo de sus responsabilidades cotidianas. Se trata claramente de un error.
Cabría esperar que, frente al gravísimo problema de congestión vial que padecemos casi a cualquier hora del día, hubiera una rectificación en este sentido y se orienten recursos y esfuerzos a consolidar este y otros proyectos que desincentiven el uso del auto y hagan la ciudad más vivible.