El culpable favorito de AMLO y de Samuel García: el PRIAN
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Pocos políticos son tan disímbolos y a la vez tan parecidos como Samuel García y Andrés Manuel López Obrador. El sampetrino y el tabasqueño son muy diferentes en cuanto a sus edades; en cuanto a su forma de hablar; y en cuanto a sus intereses. A AMLO le gusta el beisbol y a Samuel el golf. El Presidente es alguien aparentemente sencillo y humilde. Samuel es fifí entre los fifís. A Manuel no le importa viajar en un avión comercial; el gobernador no se baja de su Tesla o de un vuelo privado.
Pero si en apariencia son totalmente distintos, en realidad son bastante parecidos. Ambos están enfermos de poder y hacen hasta lo imposible para alcanzar sus metas políticas. Otra semejanza es que no tienen el menor empacho en recurrir a una mentira con tal de salir de un apuro. Tanto Manuel como Samuel son rencorosos. Si alguien los traicionó a lo largo de sus vidas, se aprovechan de su cargo con tal de vengarse. Lo primero que hizo Andrés al llegar al poder fue encarcelar a Rosario Robles sin ninguna prueba de la llamada estafa maestra. También encarceló a Alonso Ancira, enemigo jurado desde que el empresario acerero patrocinara una dura campaña publicitaria en contra del morenista. Por su lado, Samuel ha presionado también hasta al cansancio a quienes se oponen a sus proyectos. Ha amenazado a diputados, ha cortado el agua y llenado de basura las aceras donde viven familiares de alcaldes opositores.
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Y quizás en lo que más se parecen AMLO y Samuel, es que ambos adjudican todas sus fallas a un enemigo en común: el PRIAN.
López Obrador está en el quinto año de su administración y todavía culpa a sus antecesores del PRI y del PAN por la inseguridad pública, por la pobreza, por la falta de medicinas y de atención médica, por el atraso energético y por los bajos niveles educativos.
Samuel García también culpa a sus antecesores de no haber cuidado el agua, culpa a los exgobernadores de Nuevo León de la saturación de vialidades en ciudades como Monterrey. También culpa a los alcaldes anteriores del atraso en el transporte público y la falta de infraestructura para crecer en ese aspecto.
Otro aspecto que tienen en común es que ambos son, como dice el cantautor Hernaldo Zúñiga, unos profesionales de la mentira. Cada conferencia mañanera es la oportunidad para repetir las mismas mentiras de siempre. Y Samuel no se queda tan atrás. Ha dicho que ya está resuelto el problema del agua y en cientos de hogares de Nuevo León sufren continuos recortes. Por otro lado, hace días dijo a los cuatro vientos que todas las encuestas lo ubicaban ya en el segundo lugar de las preferencias nacionales, desplazando al tercer lugar a la precandidata Xóchitl Gálvez en apenas unos días. Pero esa era otra de sus grandes mentiras.
Samuel es un joven político viejo. Ni Claudia Sheinbaum se parece tanto a AMLO, por más que quiera hablar igual al Presidente. Como decía, Manuel y Samuel en lo que quizás más se parecen es que ambos tienen a un villano favorito: el PRIAN.
Bajo la óptica obradorista y samuelista, todos los males de México y de Nuevo León son culpa del PRIAN.
Samuel García quería ser candidato de Movimiento Ciudadano a la presidencia de la República siempre y cuando su secretario de Gobierno se quedara como gobernador interino. Para lograr ello, trató de sobornar a diputados opositores. Al no aceptar sus sobornos, algunos de los legisladores de Nuevo León recibieron amenazas al igual que sus familiares.
Cuando nada pudo hacerse, y por más que Samuel publicó en el periódico oficial del estado que su secretario de Gobierno sería el mandatario interino, la SCJN nombró como gobernador interino al exvicefiscal de Nuevo León, Luis Enrique Orozco.
Entonces apareció otro rasgo común entre Samuel y Andrés Manuel, a más del desprecio de ambos por la ley: el apego a prácticas corruptas. Aunque según él ganaría las elecciones presidenciales, prefirió regresar a su puesto como gobernador por el miedo a que alguien ajeno a los funcionarios de su confianza, tuviera acceso a sus cuentas. Muy pronto se le acabó el gusto a Samuelito, y por ello arremetió con fiereza e injusticia al enemigo común: el PRIAN.
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