El Golem... Der CNTE
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Algunos piensan que las inconformidades de la CNTE son herencia envenenada de AMLO para su pupila. Pero no, de hecho, la propia doctora, de su propia bocaza, les ofreció a los docentes todo, todo... hasta abrir la segunda caja del Oxxo
El Expresionismo Alemán nos trajo las primeras joyas de la cinematografía: desde luego, “Nosferatu” (Murnau,1922), “Metrópolis” (Lang, 1927), “El Gabinete del Dr. Caligari” (Wiene, 1920) y “El Golem” (Boese y Wegener, 1920).
Sobre esta última... no se alarme, que no voy a dictar conferencia al respecto como acostumbro. Baste decir que está basada en una leyenda del pueblo judío, precisamente la leyenda del Golem, un ser hecho artificialmente que se vuelve en contra de su creador.
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Podríamos decir que este relato folclórico es la semilla (una de varias) del “Frankenstein” de doña Mary Shelley.
La tradición cuenta que durante la Edad Media, cierto rabino fabricó un ser a partir de materiales elementales como el barro, insuflándole vida (siempre quise utilizar el verbo “insuflar”) con sus conocimientos de la cábala y las artes oscuras.
El Golem es obediente y cumple todas las órdenes de su creador, pero eventualmente algo tiene que salir mal.
Al tratarse, desde luego, de una blasfema imitación de la Creación de Dios (único con la patente para dar y quitar la vida), la historia ofrece una lección moral: Tenemos pues que el Golem se vuelve en contra de su autor. Lo dicho: Igual que la criatura del doctor Frankenstein.
(Totalmente despojada de rollos místico-folclóricos, encontramos una versión muy particular de este relato en “El Bruto” (1953), de Luis Buñuel, con Pedro Armendáriz).
En todas, la moraleja es la misma: no andes manipulando fuerzas que luego no puedas contener, porque muy probablemente terminen por volverse en tu contra. ¡Oigan! ¡Siempre sí terminé dictando conferencia! ¡Pero aguántese, total, ya fue!
Las organizaciones sindicales tienen un pésimo prestigio, gracias a la corrupción de sus líderes y a la prostituta vocación de sus agremiados (me refiero en su conjunto, ya en lo particular... pos cada quien).
Sin embargo, las luchas gremiales son responsables de algunas de las conquistas laborales más importantes que definen la actual relación del hombre con el trabajo. (El “hombre” refiriéndonos a nuestra especie... Así se llama, ¿qué quieren que haga? No empiecen a joder, feministes).
Las jornadas limitadas, los días de descanso obligatorios, vacaciones pagadas, la seguridad social, las aportaciones igualitarias para el retiro o la vivienda, el reparto de utilidades... ¡Qué sé yo! Todo eso no se obtuvo gracias a que un empresario se levantó un día de buenas y dijo: “¿Sabes? Creo que los muchachos de la fábrica se han esforzado mucho... ¡Después de todo me han hecho rico! Creo que hay que darles algo para confortar un poco su vida de mierda. ¡Eso es! Les pagaré las horas extra y los viernes serán de ropa casual”.
¡Pues no, verdad! Hubo más bien que apretarle los cojones un poquito y poner en jaque a su empresa, arriesgándolo todo, para que fuera cediendo un paso a la vez.
“¡Ni es cierto!”, plañirán algunos: “Los sindicatos nomás están para joderle la vida a los demás y causar desmanes para que el gobierno les cumpla sus caprichos y haga multimillonarios a sus líderes”.
Y no les faltará razón, excepto en que, de ser ese el caso, el sindicalismo y la unión de la fuerza laboral no son el problema, sino la corrupción... (ese extraño fenómeno ubicuo, pero omnipresente que se iba a terminar nomás llegando al poder el tropi-mesías).
Es como los que buscan mantener a la prostitución como una actividad proscrita porque “hay mucha explotación y trata”. ¡Duuuh! ¡Pues ese es el problema! La explotación y la trata. Elimínalas de la ecuación y entonces la transacción que dos adultos plenamente libres y conscientes hagan con sus “cuerpas” o con el placer que se puedan proporcionar, no es cosa que deba importarle menos al Estado.
Volviendo a los sindicatos, no hay nada más genuino y digno que el reclamo colectivo de quien genera riqueza (o la administra, como sería el caso de los burócratas) por mejores condiciones laborales. Lo malo es que los políticos no pueden ver a cuatro gatos reunidos porque de inmediato los quieren adscribir a su causa.
Es por eso mismo que también se acercan a las iglesias y cultos, porque ya alguien se encargó de agrupar a muchas conciencias bajo otra idea, fin, lucha, propósito o liderazgo.
-¿Y no sería posible, amigo Pastor, que en las próximas elecciones tuviéramos un acercamiento con su comunidad? Seguro que Dios se lo sabrá agradecer... (**guiño, guiño).
La bronca, cuando hablamos del gremio más nutrido de América Letrina (SNTE y CNTE), es que son tan numerosos que pueden influir en una elección presidencial (y no se diga ya en cualesquier comicios locales).
Ay, pero es que cuando todo es romance, tanto el Sindicato como la Coordinadora, se mueven tan rico que ningún candidato se puede resistir a pactar con ellos. Y con calentura uno no piensa y comienza a prometer lo que sea.
¡Justo así! Algunos piensan que las inconformidades de la CNTE son herencia envenenada de AMLO para su pupila. Pero no, de hecho, la propia doctora, de su propia bocaza, les ofreció a los docentes todo, todo... hasta abrir la segunda caja del Oxxo.
Y hela ahí, que cuando el CNTE era un Golem obediente, claro que hizo lo que le correspondía y ayudó a la hoy Presidenta con P a obtener la amplia ventaja electoral que hoy presume y en la que excusa cualquier arbitrariedad de su gobierno (“Es de que 36 millones de mexicanos votaron por nosotros...”).
Pero ya en el poder, haciendo malabares presupuestales para mantener el ritmo de gasto público heredado por el Tlatoani (mantener los programas sociales, seguir alimentando a sus elefantes blancos que nomás nunca serán redituables, apapachar más al Ejército), pues como que ya no está tan fácil concretarle a los “mayestros” para cuándo verán cumplidas sus eternas demandas.
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Entonces, el Golem se vuelve contra el brujo que le da vida, pues el muy pendejo rabino despertó a una criatura capaz de hacerle la vida de cuadritos a quien sea. La temeraria irresponsabilidad de semejante ambición se paga y el que fuera el amo se ve sometido por la fuerza bruta que puso en marcha.
La vieja leyenda judía (dicho sin ánimo de aludir la ascendencia de la doctora, pero sí con ganas de ironizar sobre su insensatez) se está cumpliendo cabalmente.
Y aunque lo lógico sería desarticularlo, lo más probable es que el Gobierno termine cediendo. El CNTE sólo quiere asegurarse de obtener lo más, más, más que se pueda. Y la doctora tampoco quiere deshacerse de un robot tan útil para los tiempos electorales, por lo que habrá de calmarlo con prerrogativas y lo guardará para la siguiente ocasión. Y ahí lo veremos nuevamente haciendo lo suyo.