El hijo de María... en Múzquiz
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En los primeros días de mayo de 1912 llegó a Múzquiz el general Lucio Blanco, gran revolucionario.
No sólo era hombre de gallarda apostura y varonil atractivo que hacía suspirar a las mujeres. Era también todo un caballero, dueño de vasta cultura y de agradable trato. Gustaba de la buena conversación y era amigo de escritores y poetas.
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La Parroquia de Santa Rosa de Lima, en Múzquiz, estaba a cargo de un sacerdote francés. Cuando lo supo Lucio Blanco anunció su propósito de molestar al cura con una cencerrada, serenata bufa con acompañamiento de disonantes rebuznos, maullidos, ladridos y otras burlas. Eso sería con motivo del 5 de Mayo, fecha de la grandiosa victoria del ejército mexicano contra el invasor francés. El párroco supo de las aviestas intenciones del revolucionario. Llamó a sus feligresas y les dijo que si tal serenata se efectuaba él pediría su cambio a otra parroquia, por no estar acostumbrado a escarnios y ludibrios.
Las damas se alarmaron y decidieron ir en comisión a hablar con Lucio Blanco para disuadirlo de su idea. Lo encontraron en una nevería y le rogaron en tonos muy corteses que por favor no fuera a desvelar al padre, ya que éste sufría de frecuentes derrames de bilis, y la ofensa lo podía enfermar.
-¿Y ustedes por qué vienen a pedir por él? −les preguntó con afabilidad el general.
-Es que somos Hijas de María −le respondió Lola Múzquiz, que encabezaba aquella comisión.
-Yo también soy hijo de María −contestó el general.
-Los hombres no pueden serlo −respondió la joven.
-Cómo no −respondió Lucio Blanco−. Yo soy hijo de María... Fuentes.
Ése era, en efecto, el nombre de su madre.
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Caballeroso como era, Lucio Blanco obsequió el deseo de aquellas muchachas de Múzquiz. Les puso, como única condición para no molestar al señor cura que le proporcionaran algunos libros qué leer. Una de nombre Consuelito lo llevó a su casa, para que viera la biblioteca de su padre, y ahí escogió el militar dos libros que le interesaron, de Dickens uno; de Tolstoi el otro.
-De Víctor Hugo no tomo nada porque todo lo he leído ya −dicen que dijo el general.
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