El lenguaje minimizado y las fiestas de las nuevas generaciones
Es indudable que la sociedad saltillense modifica sus hábitos y su vocabulario conforme a las exigencias de la época. Especialmente los jóvenes y principalmente en lo que toca a la diversión y las salidas nocturnas. Y también al vocabulario que manejan, que se reduce cada vez más en el número de vocablos que lo forman y en el número de letras o sílabas de las palabras para hacerlas más cortas. Quizás esto último se deba a la rapidez con la que han de realizarse ciertas actividades porque debe dedicarse más tiempo a otras y a la necesidad de hacer que el día alcance para todo.
Sería inútil pedirles a los jóvenes mexicanos en general, la ampliación del vocabulario tan exiguo que manejan, porque no les interesa. En cambio, al menos en el norte, constantemente integran al suyo nuevos términos, completos si han sido tomados de lenguas extranjeras (“barbarismos” diría don Martín Alonso) y recortados si pertenecen a nuestro idioma español. Por ejemplo, si se trata de una reunión, se dice: Vamos a la “reu”; si es un reventón: Vamos al “reve”; y si es una fiesta en la casa de Quique la frase es esta: La “pary’s cas’e” Quique. Ya no es el cumpleaños ni el fin de semana, sino “el cumple” y el “fin”.
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Tomemos un término castellano utilizado por mi generación (“ya llovió” dirían muchos), hoy completamente olvidado: “guateque”. Dicha palabra lleva implícitas la alegría y la diversión en su propio significado, que es, según el Diccionario de la Real Academia Española, una voz de origen caribe y significa: “Fiesta casera, generalmente de gente joven, en que se merienda y se baila”. Efectivamente, a un guateque se iba a bailar, lo que daba la alegría y la diversión y se hacían en las casas particulares, donde sólo se ofrecía agua fresca, si acaso algún refresco, y cuando más, fritos o palomitas. Ni qué decir de la música, salía de aquellos discos de vinil tocados en un “tocadiscos” o en una consola.
Los guateques eran las fiestas de los jóvenes. A pesar de que el término es ya prácticamente un arcaísmo, debiera introducirse nuevamente en el vocabulario y en las actividades cotidianas de hoy, como sinónimo de baile, de fiesta tempranera. Sin embargo, se ve difícil que los jóvenes acojan un vocablo de tres sílabas cuando lo “nais” (nice) es reducir a su mínima expresión, oral o escrita, las ya de por sí escasas palabras de su minúsculo vocabulario, al que sí se vale integrar barbarismos, como el que usé unas líneas arriba, que además escriben como se pronuncian.
Los guateques eran reuniones de muchachos y muchachas con objeto de celebrar el cumpleaños de alguien o como despedida para quien se iba a estudiar fuera de Saltillo. Cualquier pretexto era bueno para hacer un guateque, y también para iniciar o terminar un noviazgo durante la fiesta. Cuando las chicas llegaban a “la edad de las ilusiones”, si la fiesta era pequeña y nada más de jóvenes, era un guateque, si era en grande y en algún centro social, se llamaba “baile de quince años”. Hoy los llaman “quince” a secas y lo escriben “XV’s”. Falta muy poco para que se destierren los números romanos y se escriba “15’s”.
A los ensayos de aquellos bailes de quince años asistían las damas, los chambelanes y las amigas y amigos de ambos, de manera que aquellas tardes deliciosas se convertían en verdaderos guateques, pues había música y bailadores. Los guateques nunca se hacían en lugares públicos y regularmente comenzaban al caer la noche. A las muchachas nos recogían nuestros padres, cuando muy tarde al filo de la media noche, como Cenicientas. A los que comenzaban más temprano en las tardes, se les llamaba “tardeadas” y guateques y terminaban más temprano.
Otro tipo de bailes eran más formales, como los del Casino y el Campestre, y comenzaban a las 9 de la noche, para terminarse a la una de la mañana. Pero eso era otra cosa. Lo de hoy son las reu y los antros. ¡Qué lástima que se haya perdido no sólo la palabra guateque, sino también la costumbre de realizarlos como eran!
Por todos conceptos, se ve difícil que los jóvenes acepten un “guate case Pepe” antes que un “reve en el antro”. Cosas de la vida, y de la época.