El Papa que guardó silencio
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Jorge Bergoglio o el Papa Francisco nos ha acostumbrado a tener un pontífice disruptivo que no dudó en entrar en asuntos espinosos que evitaron sus antecesores, persiguió la corrupción en el Vaticano, ha castigado y condenado a padres pederastas, hace unos pocos meses pidió perdón a la población indígena de Canadá por los crímenes cometidos por la iglesia en ese país o no ha dudado en ir contra los excesos de algunos líderes del Opus Dei y de Legionarios de Cristo.
Sin embargo, sorprendió la tardanza que tuvo para hablar sobre la persecución que está viviendo la fe católica en el Gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua, en donde un obispo fue secuestrado, en donde se han cerrado varias iglesias y se ha amenazado a un importante número de sacerdotes y por días el pontífice no dijo nada mientras los suyos eran atacados.
Y a pesar de que ya se refirió al tema y expresó su preocupación, a ojos de muchos la respuesta del Papa fue tardada y sin energía, es decir, no hay una condena frontal de los hechos, sino un tono bastante conciliador y llamando al diálogo, que sin duda puede ser una solución, pero tal como en su momento lo hizo Juan Pablo II, el pontífice debe entender que puede usar la cobertura mundial que tiene para denunciar los excesos de dictaduras que afectan la vida de miles de personas.
Porque lo sucedido en Nicaragua no sólo tiene que ver con los católicos, sino que se trata de un ataque a las libertades de creencia, de expresión, de asociación y de prensa, en donde un tipo que lleva años en el poder se aferra con todo al mismo y para minimizar cualquier factor de riesgo que ponga en peligro su posición cercena hasta las libertades más esenciales de sus habitantes.
El silencio de los Papas frente a los abusos de las dictaduras ha sido una constante, tan solo hace falta ver la actitud frente a la dictadura de Cuba por más de 50 años, en donde la iglesia coexistió sin referirse nunca a la situación política de la isla o bien los silencios frente a las dictaduras militares de América Latina o África, a cambio de que se les dejara seguir con los servicios religiosos.
Pero quizá muchos esperábamos una actitud diferente de Francisco por su historia, no porque toda la responsabilidad recaiga en él, al final la dictadura de Ortega en Nicaragua no se va a detener en sus abusos por la intervención del Papa, pero sí le generará mayores costos en imagen global si el pontífice de la religión con más seguidores condena sus actos y denuncia las violaciones a derechos humanos que se están cometiendo.
Ese debe ser el punto de confluencia, no importa la religión o incluso si no se práctica ninguna, tampoco es relevante si un gobierno es de izquierda o derecha, sino el hecho de que cuando se vulneren los derechos humanos, los que estamos en posibilidad de denunciarlo lo hagamos y visibilicemos los hechos, más si personas relacionadas con nuestra actividad son las afectadas.
victorsanval@gmail.com
@victorsanval