El tiempo, un viento negro

Opinión
/ 1 octubre 2024

Sigamos a estos dos hombres que han salido en automóvil de una casa en la Ciudad de México. Son ancianos los dos: ambos pasan ya de 80 años. Uno de ellos fue muy conocido, pero la edad lo ha cambiado de tal modo que sólo fijándose bien lo puede uno reconocer. El otro, aunque gozó de fama en su tiempo, es menos identificable.

¿A dónde van estos dos señores? Van al cine. Por lo menos un día de la semana suelen ir. Ven la película y luego la comentan mientras cenan en la misma casa de donde salieron, pues de inmediato vuelven a ella. Otras veces ven películas ahí, en la casa, pero los dos coinciden en que eso no tiene la misma magia que verlas en el cine.

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Ahora te voy a decir quiénes son esos dos hombres, amigos entrañables entre sí. Uno es Luis Echeverría Álvarez, expresidente de la República; el otro es Servando González, gran director de cine. Se conocen desde la infancia casi, y se siguen tratando con el mismo afecto y la misma confianza de los primeros años.

Hagamos una lista de las cinco mejores películas mexicanas de todos los tiempos. No sé cuáles hayas puesto tú, pero yo puse entre ellas “Viento Negro”. Esa película inmortalizó a David Reynoso (“El mayor”) e inmortalizó también a José Elías Moreno, que en ella alcanzó la cima de su carrera de actor. “Viento Negro” es una obra maestra de la cinematografía mexicana. La dirigió Servando González.

Fue él un autodidacta. Ni siquiera llegó a terminar la secundaria. Una hermana suya casó con un señor relacionado con el cine que lo llevó a trabajar, muy jovencito, en los Estudios Churubusco. Se le empleó en el laboratorio de revelado. Aprendió pronto y bien, tanto que un cierto fotógrafo de películas le encargaba dar más o menos luz a sus negativos para aumentar el efecto dramático de su fotografía, sobre todo en los cielos con nubes. Ese fotógrafo era Gabriel Figueroa.

Pasó el tiempo. El joven laboratorista veía cómo se filmaban las películas, y se propuso hacer una. Aquello era locura, pues el cine estaba dominado por el poderoso Sindicato de Cinematografistas, fuera del cual no se podía usar ni siquiera una Kodak de bolsillo. Aun así Servando González hizo una película pirata, “Yanco”, inspirada en aquel tristísimo poema, “El Violín de Yanco”, que aprendimos en la primaria del invicto y triunfante Colegio Zaragoza: “Madre, la selva canta, y canta el bosque, y canta la llanura...”.

Cuando los líderes del STIC supieron que aquella película había sido filmada amenazaron con quemar el negativo. Lo habrían hecho si no es porque al autor se le ocurrió una estratagema para salvarla: le llevó la película a doña Eva Sámano de López Mateos, esposa del Presidente de México, y se la ofreció para estrenarla en una función a beneficio del INPI, Instituto Nacional de Protección a la Infancia. Así se exhibió el film, y tuvo éxito grande.

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Otra película hizo Servando González que alcanzó fama en el extranjero. Ésta se llama “El escapulario”. La vio en Los Ángeles el actor Anthony Perkins −el Norman Bates de “Psicosis”, la obra capital de Hitchcock−, y tanto le gustó el estilo de su director que lo invitó a dirigirlo en una película hecha en Hollywood. Don Servando no sabía inglés, de modo que llevó como su intérprete a Alex Phillips, Jr. El productor le dijo al director mexicano por medio de su traductor:

-Su pago será de 5 mil dólares.

Don Servando quedó mudo, y su expresión cambió. Él había esperado mucho menos; aquella suma era muy grande. El productor vio el gesto de Servando y pensó que era de disgusto.

-Está bien −corrigió−. Diez mil dólares. Pero ni un centavo más.

La película en que Servando González dirigió a Tony Perkins se llama “The Fool Killer”, “El Asesino de Tontos”. Se filmó en 1965 ¡Cómo se va el tiempo! También el tiempo es un viento negro.

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