En la selva de Colombia: cacao, gente trabajadora y mineras ilegales (2/2)

Opinión
/ 27 octubre 2025

Sigo aquí, en este selvático territorio, observando una colonia de murciélagos que eligen el árbol de mango para descansar

A estas alturas, los mosquitos han marcado la piel. Son constelaciones enrojecidas que podría unir con líneas desde los antebrazos, pasando por el vientre y descendiendo hasta dejar un asteroide encendido en el tobillo izquierdo. Así me atraviesa la selva colombiana mientras escribo entre apagones eléctricos, que pueden durar hasta 15 días, y lluvias que vacían el cielo con estruendo toda la noche. Aquí dar por supuesto que las cosas están, o deben de estar, implican que uno está perdido. Esta columna sale tarde por dar por sentados factores específicos de conectividad.

El joven de 18 años fue velado en una localidad cercana, Palermo. Centenares de personas acudieron a una misa cristiana, aunque el mayor porcentaje de colombianos profesa la religión católica. El eco de la pérdida de esa vida en la mina de mármol sigue en la conversación.

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¿Por qué el hombre eligió la mina en lugar de la siembra? ¿Se fue allí porque quiso, por las deudas, por unos pesos más o por qué sería? A la montaña le fue indiferente. Las luciérnagas siguen prendiendo y apagando en su cortejo. Las volquetas prosiguen saliendo con mármol mucho más allá de las 6:00 de la tarde permitidas; avanzan en la noche cargadas de bloques fuera de una ley que tiene su precio.

Desde la finca Guadualito veo esas volquetas avanzar, en una colina ahora silenciosa que comparte vereda con la finca donde Claudia cultiva, entre tierra negra y piedras metamórficas, cilantro, lechuga romana, tomate, calabaza, zapote, yuca y chile, entre otros. Bien sellada está su heredad con una malla que la protege de tlacuaches y gallinas que llegasen a deambular por allí, perdidas. Nos regala lechugas diversas, yuca y tomates. Toma tres carambolas de un amarillo aleonado y las pone entre mis manos. Me comparte allí años de su vida: el tiempo que ha dado para ver germinar unas semillas que le regalaron. Silvio Andrés Salcedo dice que estamos frente a la obra de arte de Claudia, frente a horas y horas de lecciones por aprender. Es cierto.

Por mi parte, vuelvo a la montaña para ayudar a Silvio con otra parte de la faena: dar a luz el cacao que luego va a nuestras bocas. Las pepas que dejamos al sol durante unos días entregan sus granos entre la viscosidad de un mucílago que a veces es ocre, otras blanquecino y otras oscuro. Se dejan las semillas que han empezado a germinar en puntos estratégicos de la montaña para que abran en esa vastedad.

Las semillas seleccionadas se guardan en un costal y se bajan de la montaña para llevarlas a un cuarto de fermentación, donde se colocan sobre una cama “durante cinco lunas de fermentación”, a las que “prosiguen tres a cuatro soles de secado”. Ambos procesos se deben revisar constantemente. Una vez secos, tienen dos vías de salida: colocarse en sacos para su venta, o bien proceder al tostado y transformación en la misma finca.

Espíritu, el juguetón gato blanco, es el primer consumidor de cucarrones, uno de los escarabajos que pertenecen a la gran diversidad de este grupo y que se encuentran revoloteando invariablemente adentro y afuera de la casa. El cucarrón es pariente del endémico Chalcochlamys dohrni, que en su verde tornasol también visita estos espacios, junto al vuelo de los colibríes y los cantos de las aves que adornan el mirto y el naranjo que la abuela protegió de las manos de los infantes. Dice Silvio que sólo ella, al amanecer, tomaba las naranjas necesarias para compartir en el desayuno. Nadie más tenía permitido arrancar fruto alguno.

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En la cocina hay una piedra de forma aplanada, de peso manejable, suave en sus bordes y del tamaño de la palma de mi mano. Silvio y su madre, Araminta Tovar, la usan para macerar ajo o modelar bananos maduros que se convierten en deliciosos patacones. Mientras aplasta unos bananos previamente fritos en aceite, Silvio Andrés dice: “Los simios también usan piedras para abrir sus alimentos”. De algún modo, este teólogo de formación hace enlaces entre las formas en que los seres transforman la naturaleza que les rodea en alimento.

Sigo aquí, en este selvático territorio, observando una colonia de murciélagos que eligen el árbol de mango para descansar. Aquí hay ecos de las lecturas de poesía colombiana que Silvio me comparte; señales de la presencia de Cristian, quien ha impregnado esta finca con el sonido del piano y sus composiciones; de Iván y sus números, quien cuando viene con su familia deja la mirada cristalina, de él y de su hijo, pasearse por estas elevaciones.

Cuántos mundos en esta porción de mundo.

El vocablo “escarabajo” llega al castellano, entre el siglo 14 y 16, d.C., procedente del vocablo latino scarabeus, el cual a su vez proviene del griego skarábeios.

Nacida en Monclova, Coahuila. México, en Junio 3 de 1969. Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Maestra en Historia de la Sociedad Contemporánea. Doctora en Ciencias y Humanidades para el Desarrollo Interdisciplinario. Ha publicado entre otros, “Los frutos del sol“ (Castillo MacMillan 2005) libro infantil y poemarios entre los que figuran Casa de sol (FECA-CONACULTA 1995), “Ruido de hormigas“ (Gatsby Ediciones, 2005), Carne para las flores, antología personal (Aullido libros, España 2011), Las flores desenfundan sus espinas, antología personal (Secretaría de Cultura de Coahuila, 2013) y “Donde la piel“ (Mantis Editores/CONARTE, 2019). Aparece en “Anuario de poesía mexicana“ (Fondo de Cultura Económica, 2006).

Obtuvo el primer lugar en fotografía Coahuila luz y forma 2003. En poesía, recibió beca del FONCA, estímulos como joven creadora y como creadora con trayectoria del FECA y del PECDA en varias ocasiones. Fue becaria FORCA-Noreste 2011-2012, en Lima, Perú donde impartió talleres sobre poesía objetual. Como invitada de honor del Festival Internacional de Teatro Tánger 2013 en Marruecos, se leyó su poesía traducida al árabe. Parte de su trabajo también tiene versiones en inglés, alemán, portugués y francés. Entre las revistas en las que ha publicado, destacan el número inaugural de la revista de poesía contemporánea de Valencia “21veintiúnversos“, ( octubre de (2015), y “Lichtungen“ (noviembre de 2016) en el apartado “Literatura del norte de México“, en el que sus poemas fueron traducidos por Christoph Janacs.

Fotografías medio ambientales, video poemas y atmósferas sonoras fueron exhibidos en la Galería Mohammed Drissi de Tánger (Julio-agosto 2021). Participó en la muestra de arte coahuilense titulada Segar el mar, dentro del 49 Festival Cervantino. Parte de su trabajo se encuentra en el portal virtual www.thenatureofcities.com, al lado de artistas medio ambientales del mundo. Actualmente es Directora de Divulgación Científica en el Museo del Desierto.

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