En política, el que sabe, sabe y el que no, es jefe

Les platico:

Como tengo ganas de que este artículo sea incluido en cierto chat del otrora municipio modelo de México, incluyo aquí las palabras mágicas para que me sea permitido tal honor:

“San Pedro Garza García, Nuevo León”.

Ahora sí, cumplimentado tan absurdo requisito, como dijo al célebre médico cirujano irlandés, Jack The Ripper: “Vámonos por partes”. !Enfermera! escalpelo número 4. ¡Arre!

Ayer se me olvidó un aprendizaje que le debo a mi abuela, la primera alcaldesa que fue de México, y lo digo con el honor de admitir mi error:

Nunca discutas con un p3nd3jo. La gente puede no notar la diferencia.

“Administradores” inquisidores.

En estos tiempos actuales, los chats de whatsapp se reproducen como gremlins en aguacero.

Los hay de todo tipo y sirven como desahogo a las ansias de notoriedad de quienes no la consiguen por otros medios.

El único requisito para formar parte de ellos es respirar, no le hace que hagas garras el lenguaje con una ortografía de basurero. ¿Respiras? Ya cumpliste el requisito.

Bueno, suele haber uno adicional. Si el chat se llama -por ejemplo- “Acciones San Pedro”, ¡ah!, pues tienes que vivir en ese sacrosanto municipio. Entonces, ¿respiras y eres sampetrino?, ya la hiciste.

Hay otro que se denomina “Grillo ciudadano” o algo parecido -formado por muchos tránsfugas del anafre- que anda por el estilo.

Pareciera que les sobra tiempo, porque se la pasan todo el santo día baboseando ahí.

Han de decir: Trabajar no mata a nadie, pero pa´que fregaos me arriesgo.

Pareciera que muchos de quienes en esas andan, son creyentes de que hay que trabajar 8 horas al día y dormir otras tantas, pero no saben que esas horas no deben ser las mismas.

Sus administradores se creen inquisidores y censuran los contenidos a su muy deteriorado y real entender.

O sea: encierran la libertad de expresión en las cuatro paredes de sus desamueblados cerebros.

Muchos de ellos son de misa diaria y censuran al ateísmo porque no tiene cura.

Como si no tuviéramos a un presidente que promueve la libertad de expresión, aunque él mismo les parte la mandarina a sus opositores o adversarios, de lunes a viernes desde el púlpito del palacio nacional.

Como perros de rancho.

Esos inquisidores tratan a los chateros como perros de rancho: los amarran en las fiestas y los sueltan en las broncas.

Algunos de esos, cuando se casaron con alguien de San Pedro, no contrajeron matrimonio, sino patrimonio.

Para mayores señas, al final incluyo mi correo, por si alguien se queda con la duda de a quiénes me refiero.

placido@detona.com

Cajón de sastre:

“Mejor hay que hacer lo que los médicos hacen cuando se equivocan: echarle tierra al asunto”, remata la irreverente de mi Gaby desde su búnker a prueba de mentadas de madre en San Antonio.