Erasmo de Róterdam: editor, escritor y humanista

Opinión
/ 10 noviembre 2025

El 27 de octubre se conmemoró el Día Internacional del Corrector de Textos, una discreta profesión sin la cual la transmisión de la cultura y el conocimiento sería imposible. Mucho debemos a quienes bajo el anonimato propician la publicación de documentos de todo tipo, dando claridad, elegancia y corrección ortográfica, gramatical y sintáctica a los escritos que llegan a nuestras manos por medio de los libros y publicaciones medios físicos o digitales.

Esta efeméride se fijó en honor al natalicio de Erasmo de Róterdam (1466-1536), teólogo y filósofo que inauguró el humanismo renacentista, bibliófilo, amigo de la razón y obstinado pacifista, cuyo legado intelectual se mantiene vigente ante el resurgimiento de los sectarismos ideológicos y nacionalistas, los cuales dividen a las sociedades y corroen los esfuerzos civilizatorios de la humanidad.

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Hijo de una relación entre un sacerdote y su madre, Margaretha Rogerius, ingresó desde niño a un colegio conventual, en donde le encaminaron a la vida religiosa. Se ordenó en 1492, pero padeció la vida monacal por ser excesivamente restrictiva y rigurosa para su espíritu más bien liberal. Encontró en la lectura y en el aprendizaje del latín un refugio para su curioso e insaciable intelecto. Esto le permitió unirse como secretario latinista del obispo de Cambrai, Enrique de Bergen, en su viaje a Italia y así alejarse del ascetismo del clero regular.

A partir de entonces, la carrera de Erasmo como un hombre de letras cosmopolita despegará. Después de completar su misión con el obispo, recibió de su parte una beca modesta para estudiar teología en París, para después ir a Inglaterra a estudiar griego antiguo intensivamente. En esta formación helenística encontró su vocación como corrector y editor, ya que se dio a la tarea de revisar la Vulgata de San Jerónimo —la única traducción al latín de la Biblia disponible hasta entonces, publicada a finales del siglo cuarto— y de traducir el Nuevo Testamento del griego al latín, la cual concluyó y publicó en 1516 bajo el título de Novum Instrumentum.

A pesar de ser más conocido por sus escritos filosóficos que por su labor como editor y traductor, son estas últimas actividades las que hacen de Erasmo un patrono del trabajo editorial y la corrección de textos.

Como filósofo y como teólogo destacó por su constante prudencia, ya que no tomaba partido precipitadamente ante las polémicas religiosas y promovió el diálogo razonado frente a los fanatismos dogmáticos. En su libro Enquiridión o manual del caballero cristiano recomendó “obrar, no según las pasiones, sino según los dictados de la razón”, máxima que dio una impronta de carácter flemático a su vida, incluso ante las controversias más férreas que tendrá, como aquella con el campeón del protestantismo: Martín Lutero.

Lutero contactó directamente por medio de epístolas al filósofo de Róterdam: le exigió posicionarse ante la creciente pugna entre católicos y protestantes, y que en caso de que no se decantara por unos u otros, le solicitó que no estorbara. Erasmo le respondió problematizando sobre ciertas paradojas que se originaban a partir de la doctrina luterana que negaba el libre albedrío y que establecía la salvación únicamente por medio de la gracia de Dios.

El teólogo holandés, que consideraba al hereje como el principal responsable de la guerra de los campesinos alemanes (1524-1525) en la que fallecieron más de 100 mil campiranos, remató en su carta preguntándole a Lutero “si es correcto poner en pie de guerra al mundo entero por unas cuantas afirmaciones paradójicas”. Su humanismo ponía la vida por encima de cualquier cuestión filosófica o teológica.

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Stefan Zweig, en su biografía “Triunfo y tragedia de Erasmo de Róterdam”, publicada en 1935 durante el auge del nacionalsocialismo en Alemania y anticipando la barbarie que estaba por venir en Europa, retrató al filósofo de la siguiente manera:

“Erasmo de Róterdam, el gran olvidado, es hoy en día, más que nunca una figura de gran valor para nosotros, y es que de todos los autores y creadores de Occidente él fue el primero con conciencia europea, el primer pacifista tenaz, el defensor más elocuente del ideal humanista, del ideal del espíritu universal”.

Hoy, al igual que hace 90 años lo hizo Zweig y como hace 500 lo hicieron los primeros lectores de Erasmo, debemos profundizar en el pensamiento de este gran humanista, rescatar los valores que colocan a la diversidad, la libertad y la razón por encima del ciego fanatismo dogmático.

X: @areopago480

Correo electrónico: areopago480@gmail.com

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