Fórmula contra la corrupción
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¿Es posible el enriquecimiento de un funcionario público con el sueldo que percibe? Esta pregunta la he hecho a varios amigos que trabajan en alguna dependencia gubernamental y todos han coincidido en una respuesta: de ninguna manera.
Entonces, me pregunto yo, ¿por qué vemos a tantos políticos que llevan una vida comparada únicamente a la de un magnate petrolero?
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Por desgracia hay pocas personas que ingresan a la política motivados únicamente por su vocación de servir a los demás. Por lo general los políticos poseen un deseo ardiente de conseguir poder y riquezas, sin importarles que con ello consiguen también la pobreza de miles y miles de seres humanos.
Sin embargo, aunque usted no lo crea, yo entiendo, mas no justifico, que los funcionarios públicos cometan actos de corrupción. Ellos tienen una vida llena de sacrificios y al momento de ocupar un cargo público de cierto nivel, buscan compensar, con el producto de su deshonestidad, todas las privaciones a las que estuvieron sometidos. Cuando inician su carrera política, están dispuestos a vivir durante años con sueldos muy bajos, pues saben que llegará el día en que su posición les ayudará a conseguir cuanto poder y dinero deseen.
Por otro lado, entiendo que los funcionarios públicos cometan actos de corrupción porque, si comparamos el sueldo del director de una importante compañía trasnacional con el del Presidente de la República, nos daremos cuenta que el del primero es muy superior al del encargado de guiar el destino de los mexicanos. Si el director de una empresa trasnacional gana 3 millones de pesos mensuales, aproximadamente, es ilógico que el presidente de un país como México gane 451 mil pesos al mes, o que el gobernador de un estado como Coahuila tenga como salario neto quincenal de 53 mil 500 pesos.
Por desgracia, la corrupción es un problema tan arraigado en nuestro País como el festejo a la Virgen de Guadalupe. Durante años decenas de gobernantes nos han prometido erradicar los actos deshonestos. Y, en realidad, lo único que hacen es adoptar instrumentos fiscalizadores cuyos resultados son desconocidos por todo el mundo, cesan a algún funcionario de nivel medio por desviar fondos del erario público y castigan a uno que otro policía por incurrir en la vieja y conocida práctica de la mordida. ¿Y qué se ha logrado con eso? Absolutamente nada.
Mi afán por lograr el progreso de nuestro país, me llevó a concebir la fórmula perfecta y realista para disminuir la corrupción: mejorar de manera significativa los sueldos de los funcionarios públicos.
Cuando un funcionario ve satisfechas sus necesidades básicas e incluso se puede dar los lujos con los que todo ser humano sueña, estoy seguro que será menor la tentación de echarse a la bolsa el dinero del pueblo.
En la actualidad la corrupción se puede ver en todos los niveles: desde el presidente de la República hasta en un policía.
¿Qué pasaría si el presidente López Obrador ganara lo mismo que un alto ejecutivo de empresa privada? En primer lugar, estaría más motivado para hacer su trabajo y, en consecuencia, la inseguridad pública sería menor. En segundo lugar, las necesidades de su familia ya no lo obligarían a disfrazar al tren maya o la refinería de Dos Bocas como grandes proyectos, cuando todos sabemos que son una fuente multimillonaria en la que su propia familia se ha beneficiado al cometer actos de corrupción.
Hay quien puede pensar que es ilógica mi propuesta, pues sería imposible obtener los recursos suficientes para aumentar el salario a todos los funcionarios públicos del país. Pero siempre y cuando se adelgace la burocracia nacional y los gastos propios de cada dependencia, estoy seguro en la factibilidad de mi fórmula para reducir los niveles de corrupción.
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Cuando un funcionario está contento con el sueldo que recibe, existe la probabilidad de que descarte recurrir a prácticas deshonestas o sencillamente no se arriesgue a cometer algún desvío de fondos. Entonces, el gasto que provocó el haberle aumentado su salario, será significativamente menor al costo provocado por el manejo indebido de recursos públicos.
Por otro lado, en toda administración gubernamental es posible reducir los gastos superfluos. ¿Cuánto dinero se gastan los funcionarios cuando hacen sus informes anuales de actividades? Miles y miles de pesos. ¿Cuánto dinero se gastan en promover al gobierno en turno? Miles y miles de pesos. Y así, hay cientos de erogaciones que bien podrían evitarse sin ningún problema.
El trabajo de los funcionarios públicos es en muchas ocasiones arduo y por esa razón debe ser bien remunerado. Sólo así veremos cumplido el sueño de disminuir los problemas que nos ocasiona la corrupción de nuestros funcionarios públicos.
aquientrenosvanguardia@gmail.com
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