Hábitos arraigados y creencias disfuncionales; o cómo dejar de sacrificarme por los demás y cargar cosas que no son míos

Opinión
/ 11 mayo 2025

¿Qué pasa cuando decidimos que un lugar (relación, trabajo, actividad, ambiente) ya no nos aporta lo suficiente? ¿Solamente sucede provocado por expectativas, o hay otros factores que nos pueden llevar a abandonar algo que hace momentos, días, horas, estaba bien? Las expectativas suelen ser inevitables, pero nos causan muchos problemas. “Es que yo pensaba que...” O, “yo esperaba que...” O, “me imaginaba que...” O, “Es que para mí el amor significa que...” O, “es lo que se hace en estas situaciones, ¿no?”

Recuerdo una vez que un hombre, al quejarse de que a su esposa no le interesaba una vida sexual, me dijo, “Pues yo pensaba que a ustedes (las mujeres) también les gustaba el sexo.” Ante la cascada de respuestas cínicas y sarcásticas que agolpaban en mi mente, opté por esperar. El comentario abría un tema muy delicado.

Hoy me veo ante un cuestionamiento que estoy segura es bastante común. Yo acepté una situación con todas sus características. Y ahora no estoy segura si quiero seguir. Así como hacemos los seres humanos, di mi palabra, me comprometí y prometí. No sé si recibí palabra, compromiso y promesas a cambio o no. Aparentemente la respuesta es “más o menos”. ¿Suena a la vida de alguien más? Así como muchos de ustedes, tengo la costumbre de cargar lo que no tendría porque ser mío para cargar. Y sé que en la mayoría de los casos he aceptado la carga o bien hasta ofrecido resolver problemas ajenas. Pero ¿qué pasa en el momento en que quiero decir, “me rajo”? A veces he dicho que muchos problemas de mi país de origen surgieron porque nadie miró los efectos a futuro. Creo que yo tampoco lo he hecho. Y cuando pesa...pues pesa.

Lo más sencillo sería desaparecer. Y lo he hecho en algunas circunstancias. Pero no siempre se puede. Y definitivamente desaparecer no es igual a dialogar, a contemplar y tomar decisiones nuevas. Debe ser válido, ¿verdad? Digo, no vivir siempre sacrificándonos por otros. Otro hábito arraigado que hay que desterrar.

Nacida en Detroit, MI el 25 de mayo de 1956. Residente de Saltillo desde 1974. Maestra y traductora por necesidad. Psicoterapeuta, empresaria, poeta, actriz y administradora de Foro Amapola porque la vida es dinámica. Madre de 4, abuela de 5. En 18 años de formación como psicoterapeuta ha hecho especialidades que incluyen terapia psico-corporal y Gestalt. Idealista insistente y ser humano en constante movimiento.

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