Hablemos de Dios 201

Opinión
/ 23 noviembre 2024

Gracias por leerme. Gracias por hacer suyas estas letras e ideas. Muchos de estos textos, ensayos sobre Dios, hablar de Dios, son ideas suyas que usted me ha pedido que yo desarrolle. Por eso me tardo tanto en ocasiones, me tengo que dilatar en investigar, leer, otear, escudriñar y al menos, tener una pálida idea al respecto. Aunque sea una.

Mucho eco y lecturas tuvieron la columna pasada donde arribamos usted y yo a una cifra cerrada, la número 200 en hablar de Dios. Tratar de entender a ese inasible Dios. Escribí “entender”, no pocas lectores se comunican y me dicen que Dios no es para entenderlo, sino para “sentirlo” y gozarlo”. Voy a cuerdo, pero para mí, primero lo necesito entender, digerirlo, masticarlo con mi escasa sesera, ya luego y si llega, será disfrutarlo con el corazón, pero primero con mi pensamiento.

TE PUEDE INTERESAR: Hablemos de Dios 200

Lo siguiente pegó harto, las preguntas que se hizo en un libro, uno de los más grandes filósofos contemporáneos, George Steiner: “¿Durante cuánto tiempo, para cuántos millones de personas fue plana la tierra?... ¿Cómo surgió el cosmos?, ¿tiene sentido nuestra vida?, ¿existe Dios?” lo repito, ¿usted se ha hecho las anteriores preguntas entrecomilladas alguna vez? Imagino sí. ¿Ha encontrado respuestas adecuadas? No lo sé. ¿Son preguntas ya de tan trilladas y vacías, absolutamente baladíes? No. De hecho, son las preguntas las cuales se hace George Steiner en su libro “Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento”. Muchos, hartos lectores como usted que hoy hace el favor de leerme, se hicieron las anteriores preguntas. Mejor escrito, se las han hecho toda su vida. Por eso somos humanos, no hormigas, ni delfines, ni rocas. Una cita igual, fue muy retomada, la siguiente de la Biblia. ¿Gusanos u hombres? ¿Hombres de carácter y de empuje o meros payasos cibernéticos? En la Biblia se encuentra todo y hay de todo y para todos.

Lo repito, en Salmos a la letra se lee en el parágrafo 22:6: “Más yo soy gusano y no hombre...” ¿No creer en Dios nos convierte en gusanos? Absolutamente no, pero puede ser que sí, vea usted la bestialidad de los criminales en México. ¿Tener cierta idea de Dios nos hace hombres y humanos? Absolutamente no, pero puede ser que sí, bajo cierta idea de ética y moral. ¿Es mejor creer y tener un Dios o dioses a no tener nada? Cada quien elige su terreno a conquistar y habitar. Pero, las grandes preguntas de la humanidad aún resuenan en nuestra boca y oídos. Y claro, tiro mi mazo de naipes: soy creyente, soy un hombre de fe... rota. Fe rota, pero aún viva y con razón y pensamiento.

¿Existe Dios? se pregunta el filósofo Steiner y creo usted, como yo, nos lo hemos preguntado todo el tiempo. ¿No preguntárselo? Tal vez entonces como dice a la letra los Salmos, soy un gusano y no un hombre. Y de hecho, los hermanos los cuales se consideran a sí mismos “ateos”, son lo más preocupados por Dios y lo nombran interminablemente de manera oral en tertulias o bien, de manera escrita en sus textos. ¿Por qué tanto preocuparse si no existe?

ESQUINA-BAJAN

En más de 200 textos sobre Dios, nos hemos acercado a él de todas las formas posibles, de manera poética, haciendo alusión a una buena traducción de la Biblia, de manera artística, a través de la pluma de los grandes filósofos y pensadores, tratando de escudriñas la música y el arte que él ha inspirado... en fin, bajo mi parco conocimiento, he tratado de presentarle a usted aquí, sus múltiples aristas y bifurcaciones.

Una de ellas vale la pena repetirla. El libro “El retorno de los brujos” de Louis Pauwels y Jacque Bergier, editado por primera vez en 1960, fue puesto en mis manos vía la generosa dedicatoria del ingeniero Guillermo López, científico él. El libro lo mandó pedir el ingeniero López por medio de esa cosa llamada Internet. Llegó a mis ojos y letras vía su regalo y generosidad y ha sido un deslumbramiento una vez más.

En su momento, conmocionó al mundo todo. Puso en el candelero público y a la discusión, el ocultismo, el esoterismo, la alquimia, libros perdidos y secretos, fenómenos paranormales, hoy eso ya aceptado universalmente: hay OVNIS... Un libro revolucionario el cual desafiaba (lo sigue haciendo) lo que usted y yo y todo mundo decimos es “normal y es cosa científica”.

Dentro de este libro, lo vuelo a resumir, hay un relato de Arthur C. Clark el cual los autores franceses lo trascriben/traducen: “Los nueve mil millones de nombres de Dios” una maravilla de cuento nada descabellado, porque tiene un sustento bíblico y esotérico. Mágico, dirán otros. Lo he platicado antes: si usted puede nombrar, encontrar el nombre de Dios, usted abrirá la gloria y el mundo desaparecerá. Por eso Dios no es Dios, sino “El innombrable”. Es JHWH o IHWH. Es decir, es “Iahvé” o “Jehová” para hacerlo inteligible a nosotros, pero su nombre es IHWH. Trate usted de decirlo, nombrarlo, pronunciarlo... ¿No puede verdad? Imposible.

Quien encuentre este nombre, como los monjes tibetanos del texto de Clark, que tenían 300 años haciendo listas de los nombres de Dios (hasta completarlos todos, al parecer nueve mil millones, por las combinaciones de su abecedario), puede cerrar para siempre el universo y acaso, ver apagarse las estrellas una a una en el firmamento y habitar la eternidad... Pero, también hay errores. Humanos, claro. Ignoro la versión en inglés del texto de Clark, pero en la traducción en el título se habla de los “nueve mil millones de nombres de Dios”.

LETRAS MINÚSCULAS

Y en el cuerpo del texto, se habla de los “nueve millones de nombres de Dios”. Ambas cosas, fuera de la comprensión humana. Unidad divina, pues.

TEMAS

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM