¡Hasta siempre, Fernando Valenzuela!
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“Fernando Valenzuela: la única izquierda que ha servido en México”.
Anónimo en las redes sociales.
Los “Dodgers” han tenido grandes lanzadores, como Sandy Koufax, Don Drysdale y Clayton Kershaw, sin embargo, creo que ninguno tiene el arrastre popular y el cariño de los aficionados como Fernando Valenzuela, quien logró meterse en el corazón de la gente. En este breve homenaje no voy a mencionar sus números como lanzador, que desde luego fueron muy buenos, en vez de ello, señalaré algunas anécdotas que nos muestran su lado humano.
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Cuando lanzaba para los “Leones “de Yucatán en 1979, aquel larguirucho serpentinero ponchó nada menos que a otra leyenda: Héctor Espino. Al llegar al dug out, el coach se acerca a Valenzuela y le dice:
-“Qué bárbaro Fernando, acabas de ponchar a Héctor Espino”-
-“Y, ¿quién ese maistro?” preguntó el sonorense-
Ya siendo un ídolo, el día de su boda, para poder ingresar a la iglesia, un aficionado se vistió de cura, ocultando en la sotana varias pelotas para ser autografiadas por el ídolo.
En una ocasión después de un extenuante entrenamiento, ya en el vestidor, Fernando y Vicente “El Huevo” Romo no podían contener su apetito, y para su fortuna se encontraron en el escritorio del manager un suculento pollo recién cocinado, del que dieron cuenta en un dos por tres. Al percatarse de lo sucedido, Tom Lasorda, que hablaba español, les dirigió una sonora mentada de madre en un perfecto castellano.
Por un tiempo Valenzuela fue compañero en los Dodgers, de Dave Stewart, el cual luego de ser fue cambiado a los “Atléticos” de Oakland, tiró un juego sin hit ni carrera. Fernando que lanzaba al día siguiente comentó: “Ya vieron un juego sin hit ni carrera en la televisión, mañana van a ver uno en vivo.” En efecto, al día siguiente realizó la hazaña frente a los “Cardenales” de San Luis.
Se ha dicho que Lasorda se acabó el brazo de Valenzuela al obligarlo a hacer demasiados lanzamientos, pero Fernando en una entrevista con Fernando Schwartz, comentó que fue al contrario, y que incluso tuvo discusiones con su manager porque lo quería sacar del juego, a lo que se oponía el serpentinero.
En una ocasión un pequeño aficionado, le preguntó cuál era el secreto del éxito, sin palabras Valenzuela le mostró su brazo de lanzar, agregando que lo más importante era tener confianza y nunca pasar una pitcheada por el centro del plato.
En la última etapa de su vida, al terminar las transmisiones de los partidos, numerosos aficionados lo esperaban a la salida del estadio para recabar su autógrafo, a lo que siempre accedió con gran amabilidad. El 11 de agosto del año pasado, en una gran fiesta, los “Dodgers” le hicieron justicia al retirar su número 34, que nadie más podrá llevar en ese equipo. El viernes pasado, antes de iniciar el primer juego de la Serie Mundial se le rindió un merecido homenaje.
Fernando nos deja muchas lecciones, tal vez la principal fue enseñarnos que la grandeza no excluye la humildad.
¡Hasta siempre, Fernando!