Historia de un cambio estructural: la llegada de GM y DeAcero a la Región Sureste de Coahuila
Se trata de un acontecimiento que cambió el derrotero de la economía de Coahuila y de su Región Sureste en particular; me refiero al surgimiento del complejo automotriz de Ramos Arizpe, hecho que contó con un protagonista principal: el economista Fernando Hernández de la Peña, quien nació en Parras y se graduó en la UNAM en 1963, habiendo tenido entre sus profesores a don Jesús Silva-Herzog, quien aún privado de la vista continuó ejerciendo la docencia.
Luego de una estancia en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, pasa al Banco de México y posteriormente a Diconsa. Con el destape de Luis Echeverría rumbo a la carrera presidencial, se dio luz verde a la de Flores Tapia para la gubernatura de Coahuila, asumiendo Hernández de la Peña la coordinación de la campaña, con la promesa de ocupar la Tesorería del estado, sin embargo, esto no se concretó y fue nombrado director de Planeación y Desarrollo.
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Fernando lo ignoraba en ese momento, pero ese cambio —que pareció negativo en un principio-, transformó su vida profesional y el modelo de crecimiento económico de nuestra región. Con profesionalismo y entusiasmo, se planteó como prioridad llevar a cabo la promoción económica teniendo como objetivo la atracción de empresas y empleos a Coahuila.
En 1977 luego de una reunión con la plana mayor de la Concamin, la empresa DeAcero se instaló en Ramos Arizpe. La dirección a su cargo estuvo localizada inicialmente en el edificio Castilla Salas, por la calle de Allende, casi esquina con Ocampo, de ahí se mudó a una casa con mayor espacio en la confluencia de Victoria y Obregón, en donde estuvo el CAFPCE, para finalmente establecerse en Palacio.
Ya entrado el año de 1977 hubo un evento trascendente; en un desayuno en el restaurante del “Motel el Paso”, Pedro Torres Caso, director de CIFUNSA, le propone a Fernando ampliar la promoción al extranjero, con la mira puesta en las grandes automotrices como GM. Al GIS, que producía monoblocks, le convenía tener cerca una ensambladora de automóviles para ampliar su mercado. La trasnacional estaba interesada en construir una planta y tenía una lista de alrededor de 70 ciudades como prospectos, pero Saltillo no figuraba en ella. Como resultado de esa reunión informal, se estableció contacto con el ingeniero Gabriel Neira, ejecutivo de GM en México, y a partir de allí la gestión de Hernández de la Peña fue escalando hasta que se concretó una junta con William Slocum, director general de GM en México.
Después, la plana mayor de la armadora, integrada por directivos del país y de Detroit se entrevistó con el gobernador Flores Tapia, correspondiendo a la dirección de Planeación estudiar las peticiones de la empresa, las que se resolvieron en su mayoría. Sin embargo, existía un punto pendiente: se requería un terreno de 300 hectáreas en Ramos Arizpe, pero tal superficie se encontraba repartida entre 11 propietarios, de los cuales 10 acordaron vender sus predios, pero uno se negó.
Hubo otra reunión entre los altos directivos de GM con el gobernador en el salón “Carranza” de Palacio a principios de 1979, en la que Flores Tapia fue informado que don Leopoldo Martínez Zamora era renuente a la venta. De inmediato el mandatario se comunica con el dueño, y lo obliga a vender; así se pudo concretar la gran inversión, haciendo posible que en agosto de 1979 se colocara la primera piedra de la planta de ensamble en Ramos Arizpe.
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A mediados de 1981 se realizó la ceremonia de inauguración con la presencia de López Portillo, sin embargo, para esas fechas ya estaba sumamente deteriorada la relación entre el presidente y el gobernador, quien meses después dejaría el cargo. Una vez concretada la inversión de GM, sin necesidad de promoción llegó la de la fábrica de motores de Chrysler, con la participación de Carlos Lobo y el ingeniero Villicaña, también en Ramos Arizpe, con lo cual surgió el Complejo que lleva el nombre del prócer del federalismo.
Esta es la historia sintetizada del evento que marcó el inicio del modelo exportador de manufacturas, lo que fue un parteaguas en la económica regional, habiendo sido Fernando Hernández de la Peña, actor central de este acontecimiento. ¡Feliz año nuevo!