Hombre contra natura
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Gracias al ingenio de los seres humanos ahora podemos gozar de una infinidad de herramientas que nos hacen la vida más sencilla. Sin embargo, a raíz de todas las invenciones y adelantos tecnológicos, la Tierra está cada vez más contaminada, poniendo en peligro la vida de miles de especies animales y vegetales, e incluso la de nosotros mismos.
El hombre moderno, con sus humeantes fábricas, sus instalaciones atómicas y su inclinación para utilizar erróneamente a la Tierra, parece que ha roto sus íntimos lazos con el mundo natural. Los seres primitivos en su vida diaria utilizaron principios ecológicos de un modo casi perfecto, pues no hacían distinción, como ahora hacemos, entre sí mismos y la naturaleza que les rodeaba. Ellos conocían perfectamente sus entornos, los lugares frecuentados por cada clase de animal y la mejor forma de atraparlos sin afectar la subsistencia de las distintas especies.
Pero, ¿cuándo comenzamos a ir por el mal camino al romper los lazos de unión con la naturaleza? El proceso comenzó hace unos 10 mil años, cuando el Homo sapiens desarrolló la agricultura y la domesticación de animales, es decir, cuando comenzó a descubrir que era capaz de dominar el ambiente y hacer con él lo que les viniera en gana.
Como decía, el Homo sapiens interfirió con la naturaleza, estableciendo cultivos y utilizando a los animales en beneficio propio, destruyendo bosques con grandes incendios, provocando la erosión del suelo y contaminando los ríos. Para poder preparar los campos y recoger las cosechas, para el cuidado de los animales y para la explotación de ciertas piedras o minerales, se requería una vida comunal, en vez de las pequeñas tribus nómadas. A medida que aumentó la complejidad del sistema de villas, se vio que mientras una de ellas podía ofrecer un buen suministro de piedra para hachas, otra podía ofrecer suficiente trigo. Fue así como surgió el comercio y, sobre todo, fue así como nacieron las ciudades. Esto provocó la destrucción de selvas y bosques, es decir, la explotación inconsciente de la naturaleza.
En cuanto el hombre progresó y alcanzó el nivel industrial, comenzó la destrucción más severa del planeta. El dióxido de carbono emitido tras la domesticación del fuego, y con la incineración de grandes bosques para establecer cultivos, o poblados, provocó una desertificación masiva. En la urbanización, el hombre ha sustituido casi todos los elementos naturales, por otros artificiales.
Uno de los países que menos atención ha prestado al cuidado del medio ambiente es México. A pesar de la gran riqueza biológica de nuestro país, la destrucción de los ecosistemas, la extinción de especies únicas y la amenaza en la que se encuentran gran cantidad de ellas, y la utilización masiva de fuentes de energía contaminantes, parecen no tener fin.
Por desgracia, el problema ambiental es a nivel mundial y cada año nos tenemos que enfrentar a nuevas consecuencias por haber utilizado erróneamente a la naturaleza. Ahora, por ejemplo, decimos que hace más calor. Esto se debe a la tala inmoderada de los bosques. También se habla de que cada vez hay menos agua, debido a que la desertificación azota cada vez más al planeta. Es alarmante saber que cada día llueve menos, y más aún que el consumo de agua se duplicará en 25 años debido a la expansión demográfica
No podemos negar que todos somos parte del progreso, y que sería una ironía que volviéramos a vivir como en la edad de piedra sólo para salvar a la Tierra, sin embargo, mucho podemos contribuir para frenar en cierta medida los efectos nocivos sobre la naturaleza.
Después de 10 mil años de explotación de la Tierra, los seres humanos nos encontramos en un mundo moldeado conforme a nuestras necesidades y deseos. Sin embargo, es hora de que nos demos cuenta de las consecuencias de nuestro irreflexivo modo de utilizar los recursos naturales, desde los combustibles del subsuelo, hasta los terrenos de cultivo, las selvas vírgenes y la vida silvestre. Si cada uno nos preocupáramos por cosas tan simples como ahorrar agua; no prender fogatas o asadores cuando vamos a acampar al bosque o a descansar en una cabaña; verificar nuestro automóvil; o reciclar, entre muchas acciones más, en mucho estaremos contribuyendo para tener un planeta mejor. Recordemos que nuestro único hogar es la Tierra y de nosotros depende su cuidado. Cambiemos con urgencia, pues de lo contrario, sufriremos irremediablemente las consecuencias. Nuestros vecinos regios nos ofrecen hoy un lamentable botón de muestra con la escasez del agua.
aquientrenosvanguardia
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