Cada vez que un fenómeno −natural o social− muestra comportamientos que se salen de los parámetros estadísticos “normales”, el hecho tendría que llamar nuestra atención y convocarnos al análisis de los datos con la finalidad de comprender las razones de tal comportamiento.
No se trata de un ejercicio que deba hacerse con el objetivo de satisfacer nuestra curiosidad o como un simple divertimento intelectual, sino de una actividad indispensable para tomar decisiones, es decir, para actuar en consecuencia y así evitar resultados dañinos o maximizar los benéficos.
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La afirmación anterior es particularmente cierta cuando se trata de fenómenos relacionados con la actividad humana, sobre todo cuando lo que se mide es la incidencia de conductas que hemos definido como indeseables y, por ende, buscamos erradicar.
El comentario viene al caso a propósito del reporte que publicamos en esta edición relativo al incremento en el número de infracciones impuestas a conductores en las carreteras y puentes federales que se ubican en Coahuila y se encuentran bajo jurisdicción de la Guardia Nacional.
De acuerdo con información proporcionada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), a través del Censo Nacional de Seguridad Pública Federal, durante el año 2023 se levantaron en el territorio coahuilense 3 mil 261 boletas de infracción derivadas de alguna falta cometida por los automovilistas que circularon por nuestro territorio.
La cifra implica un incremento superior al 100 por ciento respecto de la incidencia de este mismo tipo de conducta durante el año 2022, cuando solamente se emitieron mil 551 boletas de infracción.
¿Qué significa este aumento? ¿Es un comportamiento “normal” derivado del incremento en el número de vehículos que circularon por la entidad entre un año y otro? O, por el contrario, ¿estamos ante un comportamiento atípico que resulta necesario estudiar?
Los datos desagregados de la estadística pudieran servir de pista para responder a los cuestionamientos anteriores, pues la infracción más frecuente, de acuerdo con el Inegi, fue conducir sin licencia o permiso vigente por la carretera, seguida de otras conductas indebidas como carecer de póliza de seguro o portarla vencida, conducir sin alguna luz o sin cinturón de seguridad, rebasar en carriles prohibidos y circular a exceso de velocidad.
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Más allá de las multas impuestas y la recaudación que estas puedan representar, la proliferación de las conductas señaladas parecen reflejar un relajamiento en la observación de las reglas para conducir en carretera y eso representa riesgos que deben ser conjurados.
Valdría la pena por ello, como se ha dicho en ocasiones anteriores a propósito de la difusión de estadísticas relevantes, que además de difundir los datos, las autoridades realicen un análisis de estos con la intención de definir acciones que busquen el regreso a la normalidad de las variables que hoy aparecen disparadas.
