Invasión americana en lo ideológico y comercial
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Afortunadamente, en las últimas décadas, México no ha sufrido invasiones militares de potencias extranjeras. Sin embargo, enfrentamos una invasión más poderosa : la invasión ideológica y comercial.
En 1853 Estados Unidos se apoderó de una extensa parte de nuestro territorio, pero ahora está conquistando algo mucho más valioso: a los mexicanos. La influencia de esta nación sobre nosotros es evidente. Aunque a veces nos sentimos muy patriotas y los criticamos, los grandes instrumentos de la dominación norteamericana son algo cotidiano e incluso, se han convertido en parte de nuestra vida diaria.
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Aunque los Estados Unidos cuentan con menos del 6 por ciento de la población mundial, su participación en el consumo de los recursos del mundo sube casi al 60 por ciento. Esto nos hace considerarlo más que como un país, como una marca registrada. ¿Quién no ha comprado un producto que diga “Made in USA”?
Muchas son las críticas que hacemos a la sociedad norteamericana. Juzgamos a su juventud por la pérdida de valores morales y por su elevado consumo de drogas; denunciamos las intervenciones militares de Estados Unidos en todo el mundo. Sin embargo, aceptamos sin ninguna reserva sus productos e incluso nos atrevemos a imitarlos de múltiples maneras.
Muchos de los automóviles que circulan por nuestras calles son de marca estadounidense. La ropa que usamos, aunque la mayoría de las veces es fabricada en nuestro territorio, es de marca norteamericana. México es el país en donde se consume más Coca-Cola. Se estima que por año cada mexicano consumió en promedio 162 litros de refrescos de esta marca. Hemos adoptado también su estilo de vida. Nos gusta la comida rápida y el consumismo se ha convertido en la filosofía de muchos.
Pero su influencia no sólo está presente en productos comerciales, sino también en la industria del entretenimiento. El rock se ha convertido en el género preferido de muchos así como el hip-hop o la música electrónica y los artistas mexicanos los han aceptado dejando a un lado a nuestra verdadera música.
La televisión mexicana dedica grandes espacios a series producidas en Estados Unidos. Esta influencia también se refleja en el cine. La cartelera está repleta de películas filmadas en Hollywood.
La influencia norteamericana nos llega desde pequeños. ¿Qué niño no sueña con ir a Disney World y conocer al Pato Donald o a Mickey Mouse? Pinocho se convirtió en el héroe de mi infancia desde que supe que salvó a su padre de la feroz ballena. Tan impresionado me dejó, que quería llamarme Pinocho Fuentes.
Hace días escuché en un noticiero que México es uno de los principales importadores de basura de Estados Unidos. Es triste darnos cuenta que ni siquiera nuestros desperdicios son de mayor calidad.
Creo que estamos cayendo en el extremo de pensar que todo, por el simple hecho de ser de origen norteamericano, es mejor a lo nuestro. Es cierto que estamos en la era de la globalización y no podemos permanecer herméticos a la influencia extranjera, pero debemos valorar también lo que nosotros hacemos.
Hay otras cosas que debemos importar de Estados Unidos en lugar de sus productos, por ejemplo, la democracia, la libertad de expresión y estado de Derecho. Qué bueno sería que en México siguieran existiendo, pues nuestro país es uno de los más peligrosos para ejercer el periodismo, y el propio presidente ha emprendido una campaña de desprestigio contra cientos de periodistas y medios de comunicación, al grado de condenarlos por pensar distinto a él.
Por otro lado, la democracia está en peligro de extinción, así como la independencia del poder Judicial, concentrando todo el poder en la figura de la presidenta de México.
Hay quienes dicen: “pobres de los mexicanos, ten lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. Hay que ver a esto como una oportunidad para aprender lo positivo de este país y emplear las enseñanzas en la construcción de un México mejor muy a pesar de las ocurrencias de los gobernantes de la 4T.
aquientrenosvanguardia@gmail.com