La casa a un lado del Palacio
COMPARTIR
Ubicada al costado sur de la plaza de Armas, la vieja casa de los Carrillo se conoció por muchos años como el Jockey Club o la CROC por haber alojado al bar de ese nombre y a la mencionada organización política, y se ubica en la calle de Juárez a un costado del Palacio de Gobierno.
Rescatado el antiguo edificio por el Gobierno del Estado, éste lo puso bajo la custodia de la Universidad Autónoma de Coahuila y después de una completa restauración, en septiembre de 2005 instaló ahí su Escuela de Artes Plásticas “Rubén Herrera” y posteriormente alojó a la Escuela, hoy Facultad, de Ciencias Sociales. La casa y su fachada lucen todo el esplendor de la arquitectura vernácula de Saltillo y contribuyen al embellecimiento del corazón de Saltillo.
A raíz de la rehabilitación de la casa, Arturo Villarreal, arquitecto interesado profundamente en las construcciones coloniales de nuestra ciudad y especializado en la restauración de viejas casas y edificios, realizó una acuciosa investigación documental en una especie de viaje a la semilla que lo condujo a través del tiempo hasta casi la fundación de la antigua Villa del Saltillo. El resultado de su trabajo, que abarca lo relativo al predio, sus diversos propietarios y constructores y algunos litigios en los que se vieron envueltos, junto con la evidencia arquitectónica obtenida en el proceso de la restauración, los dejó impresos en un libro titulado “La antigua casa de los Carrillo. Un libro abierto”, bellamente ilustrado y escrito en el ameno estilo que caracteriza sus textos.
Mis recuerdos de esa casa alcanzan la vieja fachada con el rótulo en el balcón a la izquierda del portón de la organización política que alojó durante muchos años, la CROC, y una remembranza un poco más lejana que toca apenas el perfil del enorme letrero instalado sobre las puertas del lado opuesto, en medio del cual resaltaba la clásica figura del gran emperador azteca anunciando la cerveza Cuauhtémoc y a un lado de la imagen la frase “Jockey Club” y al otro “Cantina y Billares”. Por las puertas de balancín, que sólo cubrían la mitad del claro para impedir la vista al interior, salía hasta la calle el olor a alcohol y tabaco, y el ruido de la música y las voces, a veces muy estridentes, de los parroquianos, que por lo regular eran políticos, periodistas y señores de alcurnia saltillense que frecuentaban esa cantina.
Del libro de Villarreal tomo estos datos. De los cuartuchos de adobe construidos originalmente y en manos de diferentes dueños, la casa fue creciendo hasta constituirse en una gran mansión. En ella se estableció don Manuel Carrillo y Sandi, un próspero comerciante, que amplió la finca y destinó la segunda planta para habitación de su familia, mientras que en la primera estableció locales comerciales. En 1867, la Casa Carrillo alojó por tres meses al Ateneo Fuente, mientras se arreglaba su primer edificio, y también por la misma época al Hotel Tomasichi, que en corto tiempo se trasladó a la calle Victoria y se convirtió en antecedente del famoso Hotel Arizpe.
Adquirida por don Gabriel Flores, en los albores del siglo 20 se convirtió en el Hotel de la Plaza, desaparecido hacia 1910. Posteriormente hospedó al Casino de Saltillo mientras se restauraba su edificio incendiado en 1914 durante la revolución. A mediados del siglo pasado fue la sede del Sindicato de Electricistas, y cuando
los presidentes de la República visitaban la ciudad, desde sus balcones se oían las diatribas que a través del micrófono dirigía el incansable luchador social don Casiano Campos contra el presidente en turno.
Espejo de la plaza de Armas, la casona ha sido mudo testigo de sus incontables acontecimientos, funestos unos, como los ahorcamientos que los norteamericanos realizaron al son de las bandas militares durante la invasión a nuestro País, y dichosos otros, como la magnífica voz del “Ruiseñor Mexicano”, la cantante Ángela Peralta, haciendo vibrar los viejos muros de adobe y piedra del edificio, hoy bellamente restaurado.