La disponibilidad de agua es un problema grave
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Quienes habitamos el semidesierto –en cualquier parte del mundo– debemos asumir que la disponibilidad de agua es un problema serio. Ignorar tal realidad equivale a no tener conciencia de la naturaleza de nuestro entorno y sus circunstancias particulares.
Tener claro lo anterior ayuda a no sorprenderse frente a los diagnósticos de los especialistas que advierten respecto de los riesgos que corremos de cara al futuro debido a la condiciones particulares del entorno que habitamos.
Pero el hecho de que no sea una sorpresa el enterarnos de los diagnósticos preocupantes no quiere decir que no nos importen o que los soslayemos. Al contrario: lo que implica ser habitantes de estas latitudes es justamente la conciencia respecto de la escasa disponibilidad del líquido.
En este sentido, los meses previos han sido particularmente aleccionadores en términos de dejarnos claro cómo el agua constituye uno de los elementos poco abundantes en nuestro entorno.
Los ciudadanos de a pie somos quienes debemos asumir con mayor claridad el hecho de que el agua es escasa y necesitamos adoptar las medidas de ahorro con estricta disciplina, porque somos quienes de forma directa padecemos las consecuencias de la escasez.
Son las autoridades gubernamentales, sin embargo, las que deben plantearse el reto más importante a este respecto. ¿Cómo garantizar que el agua disponible sea suficiente para las necesidades de las ciudades? ¿Cómo asegurar que nadie reciba menos agua de la que necesita?
Las respuestas a las interrogantes anteriores pasan, sobre todo, por el establecimiento de mecanismos de gestión que tengan en cuenta la prospectiva de futuro y que no sean administrados con criterios políticos sino técnicos.
En la medida en la cual los sistemas de gestión que surten de agua a las comunidades urbanas sean administrados con criterios de este tipo los problemas de disponibilidad podrán ser atendidos de manera sensata y no, como ha ocurrido hasta ahora, solamente de forma contingente.
La realidad de comunidades como las nuestras, donde la disponibilidad de agua es escasa, no deja espacio a la improvisación, sobre todo cuando las manchas urbanas han crecido de forma importante y eso implica ubicarlas como demandantes prioritarias del agua.
Y en este contexto, uno de los elementos relevantes para atender con eficacia la demanda de agua, al mismo tiempo que se cuida su consumo, es el uso intensivo de la tecnología. Por ello, las instancias públicas deben ocuparse no solamente de la eficacia en la gestión de los sistemas, sino también de la efectividad en el uso del agua.
Estamos ante un reto gigantesco de cara al futuro de nuestra especie. Todos estamos llamados a jugar un papel importante en el proceso de garantizar el aprovechamiento óptimo del agua en comunidades como las nuestras y a contribuir con ello a la supervivencia colectiva.