La economía y la guerra
El conflicto entre Israel e Irán empieza a causar nerviosismo a nivel mundial. Primero porque un enfrentamiento en la zona del Medio Oriente siempre suena a una “profecía apocalíptica”, y segundo porque allí hay materias primas que forman parte de los mercados más importantes del mundo. En cualquier caso, lo que pase en esas latitudes nos va a afectar y la pregunta es qué consecuencias económicas se darán en el corto plazo, ya que otra escala temporal no es relevante por el momento.
Se sabe que Medio Oriente es la zona petrolera más importante a nivel global, porque hay mucho petróleo. Irán ocupa el tercer lugar en la producción petrolera a nivel mundial. La primera consecuencia del enfrentamiento ha sido un aumento de los precios del petróleo, disparando el barril del crudo a 76 dólares, con la potencial expectativa de que llegue a 100 dólares o más si la guerra se extiende más allá de un mes. Esto se traducirá en precios más altos de las gasolinas y productos derivados como poliésteres y plásticos, químicos agrícolas, entre otros.
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En México ya empieza la presión sobre las gasolinas, importamos un 45 por ciento de ellas de Estados Unidos, y aunque exportamos petróleo crudo a precio más alto, el valor de las gasolinas siempre es mayor por ser un producto procesado. En consecuencia, tendremos más inflación en el país, sobre todo en el sector de los alimentos que es donde más repercute el costo de los combustibles. Si las cosas siguen sin cambiar, mi pronóstico es que llegaremos en este indicador arriba del 5 por ciento.
Otro efecto importante, ahora por el lado de Israel, es que la producción de chips o circuitos integrados está reduciéndose porque las fábricas que los producen son uno de los blancos principales de los misiles iraníes. Estos componentes electrónicos son de suma importancia en la fabricación de armamento, automóviles, computadoras, electrodomésticos y en general en todo aquello que lleve un mecanismo de prendido o apagado, es más, hasta las llaves de los autos tienen este componente. Hay que recordar que en 2022 ya hubo una escasez muy severa de éstos cuando una de las cinco empresas productoras más grandes del mundo se incendió en Taiwán.
Para México, y en especial para la zona norte del país, la falta de microchips podría reducir el monto de la producción de empresas localizadas en la franja fronteriza no solo para el caso de los automóviles, sino también para los electrodomésticos, computadoras e impresoras, entre otros productos, reduciendo la necesidad y contratación de mano de obra. Habrá que estar al pendiente de esta situación porque se podrían dar alteraciones en el mercado laboral insospechadas por la interrelación que hay entre todas las industrias con este pequeño dispositivo.
Otro factor que está afectando a México en lo político es que las negociaciones que se pretendían llevar a cabo en Canadá con el grupo del G7 no se concretaron y, por consiguiente, sigue la incertidumbre arancelaria. Nuestra Presidenta había viajado el lunes pasado a entrevistarse con Donald Trump, pero tuvo que regresar a Estados Unidos a atender el conflicto de Israel e Irán, dejando la situación con México en segundo lugar. Esta reunión en otro momento no sería importante si no hubiera que tratar tres asuntos vitales para nuestro país que inyectan inestabilidad; la migración, el narcotráfico y la renegociación del tratado de libre comercio, que ha dicho la doctora Sheinbaum, será renegociado con “más amplitud”, lo que ello implique.
A los tres factores citados hay que agregar la reforma judicial y entonces, junto con los asuntos bélicos del Medio Oriente, la inversión tanto nacional como extranjera en nuestro territorio se ha detenido para dar lugar a una economía que apenas se mantiene en terreno positivo por el consumo minorista. Si bien no son muchos los efectos que pudieran sentirse por la guerra del Medio Oriente, sí se da un factor complementario a los problemas que ya tenemos, empezando porque los países que son socios comerciales de México (Estados Unidos y Canadá) están más preocupados por la guerra que por lo aranceles comerciales y el crecimiento económico. Es evidente que seguimos igual que antes en nuestra economía, pero ahora tenemos claridad de que nuestras preocupaciones tendrán que pasar a segundo plano. Es muy claro que hay prioridades para Estados Unidos y México no es una de ellas.
En la economía se da un fenómeno de crecimiento económico importante para los países que inician conflictos armados y los terminan relativamente pronto. Las guerras para nuestros vecinos del norte han sido siempre un sinónimo de beneficios sociales aunque parezca irónico. En sus últimas guerras de gran escala, Vietnam y el Golfo Pérsico, tanto la industria del acero como la del plástico fueron grandes ganadoras y alcanzaron magnitudes increíbles en términos del crecimiento sectorial y llegaron a tasas de más del 10 por ciento en un año. Las razones centrales radican en que el acero es la base para la fabricación del armamento y el plástico es complementario en la misma industria. Los tableros de los aviones o los tanques son fabricados casi en su totalidad con estas dos materias primas, al igual que pistolas y rifles. Los periodos de guerra siempre han sido de alto crecimiento económico para los norteamericanos, con tasas por arriba del 4.5 por ciento en su Producto Interno Bruto.
En conclusión, podemos decir que a pesar de que nos encontramos muy lejos de los terrenos donde se llevan a cabo los dos principales conflictos bélicos de la actualidad, Rusia-Ucrania e Israel-Irán, sus efectos están a la vuelta de la esquina debido a la globalización. De una forma u otra, nos veremos afectados y habrá consecuencias negativas para México, desde una nula representación geopolítica con respecto a Estados Unidos y Canadá, hasta una carencia de materias primas que incidirá en los precios de lo que compramos. La guerra es dinero, y los dueños de ese negocio hoy están ocupados organizando la forma en que se repartirán las ganancias, mientras tanto, todos los demás debemos esperar, aunque en ello se nos vaya lo poco que se ha ganado a lo largo de la historia.