La Ley del Mínimo Esfuerzo: un consejo para Sheinbaum
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La llamada Ley del Mínimo Esfuerzo parece haber sido dictada por el mero sentido común.
Nos dice que si existen diferentes maneras de lograr un mismo objetivo debemos optar siempre por aquella que nos demande el menor gasto de energía.
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No es un asunto de indolencia o apatía, sino de eficiencia. No se trata de eliminar el esfuerzo en aras de la pereza vulgar, sino de autoimponernos la exigencia de buscar siempre la ruta más sencilla, más corta y económica para resolver un problema
Advierto hasta un carácter evolutivo en esta regla, pues si bien en el mundo moderno disponemos de más recursos de los estrictamente necesarios para sobrevivir, en épocas remotas había que economizar hasta los pasos que dábamos en orden de no perecer. Si teníamos una ración de proteínas y de calorías limitada, era lógico que la energía era el recurso más valioso y había que emplearla en conseguir más nutrientes para transformarlos a su vez en más fuerza de trabajo.
Hoy quizás no estemos tan limitados en lo referente al acopio de proteínas/calorías, y las panzotas que nos cargamos son prueba fehaciente de ello. Aun así, siempre es bueno pensar en términos de economía.
Vamos ahora con las presidenciales corcholatas: Los aspirantes a la candidatura del partido oficial o, como se hacen llamar, los candidatos a “Coordinador de la Defensa de la Transformación” que, como ya todos sabemos, es el título y la excusa con que el Rey Andrés Manuel Primero ha decidido pasarse la ley electoral por sus macuspanos tompiates.
Cada corcholata debe tratar de convencer a la militancia (y a la “simpatizancia”) morenista de que es la persona ideal para suceder en el trono a ELMO, (¡Oh, que diga, a AMLO!).
Deben ahora recorrer tanto territorio nacional como les sea posible, promocionándose de alguna forma incierta ante toda la ciudadanía, pues ni pueden pedir el voto, ni expresar sus aspiraciones presidenciales, ni presentar ninguna propuesta de gobierno, ya que no se supone que estén contendiendo para ningún cargo (guiño, guiño).
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Suena un tanto difícil, peliagudo, complicado por decir lo menos (hay que hacer un omelet que quede rico, pero sin quebrar los huevos); todo sin mencionar lo oneroso que está resultando el dichoso proceso corcholatoso, pues no sólo se han gastado ya algunos millones en propaganda visual y mediática de la que nadie se hace responsable (#EsClaudia #EstamosAgusto, etcétera); sino que además el partido le asignó a cada uno de estos contendientes cinco milloncitos de pesos −¿alguien dijo “austeridat”?− ahí nomás para ayudarse con el gasto de sus aspiraciones (la vida de la corcholata no es barata).
Todo lo anterior suena muy complicado, aun para la puntera en esta contienda, la exjefa de Gobierno de la CDMX, Claudia “Shein”, pese a su aparente ventaja.
¿Por qué aparente? Bueno, no hay que olvidar que las mediciones y encuestas estarían tomando como universo a electores que de antemano piensan votar por Morena. Sin embargo, el resto del padrón electoral quizás podría tener otro favorito, si alguna de las corcholatas se presenta como más moderada y equilibrada con respecto a los radicalismos de López Obrador y su movimiento.
Si tomamos en cuenta que hay que hacer acto de presencia en las principales ciudades de los 32 estados de la República, que hay que celebrar encuentros con cualquier cantidad de sectores, gremios, colectivos, grupos y asociaciones y hay que convencer a un amplio porcentaje del electorado para garantizar un eventual triunfo en las urnas, yo le recomendaría a la doctora Sheinbaum Pardo que aplicase la antes referida Ley del Mínimo Esfuerzo.
¿Qué tal que si en vez de tratar de convencer a los millones de mexicanos que necesita para asegurar su triunfo en 2024, se presenta con los afectados por el desastre de la Línea 12, de mayo de 2021?
Por más que sean (27 personas fallecidas y 80 lesionadas) hablamos de un centenar de familias, con las que quizás podría buscar reunirse en un sólo encuentro, todas al mismo tiempo y en el mismo lugar. Una sola sesión para escuchar sus quejas, sus demandas y sus reclamos tras lo cual la doctora podría, ahora sí, soltarles todo el rollo que gustase para convencerlos: 1) de que la justicia para su causa está en camino y 2) de que ella es la mejor opción para continuar con el proyecto del presidente López Obrador y de por qué sería deseable prolongar dicho proyecto.
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Dijimos que es un centenar de familias, con 3 o 4 personas en edad de votar por cada hogar en promedio, entre padres, madres, hermanos e hijos ahora huérfanos por su peor acto de indolencia, por su más grave omisión: si usted, doctora Sheinbaum logra convencer a estas cuatrocientas personas de votar por usted, creo que el resto de los mexicanos no tendríamos ya nada más que opinar, que decir, que agregar.
Convenza a esta gente, doctora, de que usted debe ser la próxima Presidenta de México y yo −como el meme− chingo a mi madre, le otorgo desde ya mi sufragio notariado y me dedico en lo subsecuente a hostilizar a quien le estuviera regateando aún el voto.
Aunque insisto, si usted convence a este puñado muy pequeño de ciudadanos −que ya estuvieron bajo un gobierno de su gestión− de que ahora se le confiera una responsabilidad todavía mayor, el resto del País no tendría ya nada que objetar.
Es más, se la vamos a poner más barata, doctora: Convenza a la mitad nomás y aun así, me cae que ya no habría razones para dudar de que usted nació para ser la primera mujer presidenta de México.
Piénselo doctora Sheinbaum: Quizás sea mejor que tratar de convencer a los millones de mexicanos que vemos con recelo sus aspiraciones, el enfocar sus esfuerzos y todas sus baterías en un target tan compacto y perfectamente identificado como las víctimas de su gestión. Es por un básico principio de economía, tal vez le sea conveniente aplicar la ley del menor esfuerzo. No sé, doctora... ¡Piénselo!
Ahora bien, para el resto de las corcholatas, también hay un consejo y la tienen más fácil todavía. Los otros aspirantes, sólo tienen que convencer a una persona de que ellos deben sucederlo en la Silla Presidencial. Una persona para convencerlos a todos, y lo que opine el resto de los mexicanos, sale sobrando completamente.
Ustedes saben quién es.