La palabra del año

Opinión
/ 29 diciembre 2021

Me parece que la palabra más relevante del año, y con toda probabilidad una de las más repetidas, es “vacunación”. La lucha contra el terrible flagelo del virus SARS-CoV-2 cobró un nuevo rumbo a partir de las aportaciones del conocimiento científico que, en un tiempo récord, pudieron proporcionar a toda la humanidad no una, sino varias vacunas para ayudar a detener la expansión del virus y a impedir sus efectos más severos.

Hoy la situación que vivimos es radicalmente distinta a la de hace un año. Aunque tengamos muchas ganas de olvidarlo y pasar página lo antes posible, lo cierto es que incluso durante los primeros meses de este 2021 se vivieron las peores escenas de la epidemia. Los hospitales estuvieron colapsados durante el primer trimestre del año y las cifras de fallecidos se contaban por millares a diario.

La situación comenzó a mejorar gracias a un esfuerzo descomunal; en primer lugar, para dar con las vacunas que frenaran al virus y en un segundo momento para lograr su distribución a todo lo largo y ancho del planeta. Hoy más de 4 mil 500 millones de personas han recibido al menos una dosis de las diferentes vacunas disponibles.

No se puede negar que esa cifra nos alerta sobre la necesidad de redoblar esfuerzos y hacer llegar las vacunas a los miles de millones de seres humanos que todavía no las han recibido o que no tienen la pauta completa. También tenemos enfrente el desafío de poner los refuerzos para detener la expansión de variantes tan temibles como Ómicron. No se puede bajar la guardia.

Pero también es verdad que conviene tomarnos un momento para valorar lo alcanzado hasta ahora. Las vacunas han salvado cientos de miles de vidas humanas. Los equipos que las crearon merecen todo nuestro reconocimiento y el aplauso más entusiasta posible. Sus logros demuestran la necesidad de apoyar el desarrollo de la ciencia, tanto en el sector público como en el privado. La humanidad tendrá un horizonte más promisorio en la medida en que nos guiemos más por los criterios científicos y menos por las teorías de la conspiración y otras muestras tan persistentes de irracionalidad.

Tiene razón Steven Pinker cuando en su más reciente libro defiende la urgente necesidad de difundir esquemas de racionalidad que nos permitan entender mejor el mundo y sacar el mayor provecho de nuestras vidas. Ya en una obra anterior el propio Pinker había abogado por una defensa de los ideales de la Ilustración frente al tenebroso pensamiento de quienes defienden ideas regresivas y ultramontanas (y entre ellos están los que piensan que la gente no debería vacunarse, lo cual resulta injustificable desde un punto de vista médico y científico).

El virus ha infectado a más de 280 millones de personas, según datos oficiales, aunque es probable que la cifra sea mucho más alta, debido a la falta de registro de muchos contagios. En Estados Unidos ha habido más de 50 millones de contagios, en la India más de 34 millones, en Brasil más de 22 millones. Más de 5 millones de personas de muy diferentes edades, orígenes y características personales han fallecido hasta ahora (de nuevo, la cifra puede ser mucho más alta debido a los subregistros existentes en los datos oficiales). Sin las vacunas esos números serían mucho más peores.

La vacunación también ha evidenciado la falta de capacidad de respuesta de algunos gobiernos y la ignorancia supina de algunos gobernantes. Hemos escuchado una extensa retahíla de declaraciones absurdas por parte de políticos que no merecen la menor credibilidad, tanto de derecha como de izquierda.

Hay quien ha llegado a decir que el COVID era una enfermedad de las elites que viajan al extranjero, cuando lo cierto es que más del 70 por ciento de los fallecidos en México tenía un grado escolar de primaria o inferior. Y de las estampitas para frenar al virus, mejor ni hablamos. Qué vergüenza.

Ojalá nos anticipemos a las crisis sanitarias, climáticas o de otro tipo que sin duda llegarán más adelante. Sería bueno estar mejor pertrechados para esos renovados desafíos. La educación de calidad, la apuesta por el rigor científico y el apoyo a las universidades que hacen investigación de punta, son cuestiones elementales a partir de las cuales deberían estar forjándose los grandes consensos nacionales.

Mientras eso sucede, celebremos que ya existen las vacunas contra el COVID y podemos sentirnos un poco más protegidos que hace un año. Un aplauso para sus inventores y muy feliz año nuevo para todos.

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