La presión estadounidense en el tema migratorio
En el marco de las cada vez más usuales reuniones bilaterales para tratar el tema migratorio, esta semana el gobierno mexicano recibió a una delegación de funcionarios estadounidenses de alto nivel. Se trata de la segunda visita del secretario Blinken en menos de tres meses con la intención de controlar tanto los flujos migratorios, como los de narcóticos.
Los acuerdos revelados por la canciller Alicia Bárcena y por el comunicado conjunto de Relaciones Exteriores-México-Estados Unidos son genéricos y plantean nuevamente algunos de los compromisos que se han anunciado anteriormente. Primero, la necesidad de trabajar en las causas de la migración en conjunto con los países expulsores. Los factores de empuje son múltiples, complejos y se interrelacionan; son principalmente la violencia, las amenazas, la pobreza y la persecución.
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Cambiar la situación es un objetivo de largo aliento que requiere de un plan intergubernamental, recursos económicos y sobre todo voluntad política.
Segundo, trabajar en acciones conjuntas para controlar la migración irregular, lo que prácticamente se traduce en mayor securitización y endurecimiento de medidas para que logren pasar menos personas.
Tercero, la importancia de la lucha contra las redes criminales, del tráfico de personas y la trata, y la necesidad de impulsar el desarrollo de la región. Falta poner sobre la mesa acciones que faciliten las vías legales de la migración como el fortalecimiento de un modelo integral de inclusión productiva que es la única forma de cambiar la situación en el corto plazo.
Un acierto del gobierno mexicano fue poner sobre la mesa los cierres que se han dado de forma unilateral por parte de Estados Unidos de los cruces ferroviarios como los de Eagle Pass y El Paso, en Texas, como medida de presión por el aumento en el número de migrantes.
Finalmente, el contexto en el que se da la visita importa. Hace un par de semanas el gobierno de Biden se vio obligado a negociar con los congresistas republicanos a causa de la negativa que le dieron al presupuesto que solicitó para Ucrania e Israel. La negociación radicó en el endurecimiento de las políticas en el tema migratorio: por un lado, la restricción en el número de visas humanitarias y de refugios otorgados por EU y, por el otro, el aumento de las deportaciones expeditas y la posible reactivación del inhumano “Permanece en México”.
Programa que Biden criticó durante su campaña y prometió terminar, mismo que tuvo a cerca de 75 mil solicitantes de refugio en Estados Unidos varados del lado mexicano mientras esperaban sus procesos, contraviniendo el derecho internacional y la normativa estadounidense. Después de un tortuoso proceso judicial el programa terminó, gracias a que el tribunal supremo en ese país declarara que se extralimitaba en sus capacidades.
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La visita exprés, además, se da en medio de una sucesión de numerosos flujos migratorios y la salida de una de las caravanas más notables del año. El 2023 se define por oleadas migratorias sin precedentes. Tan solo en el mes de noviembre hubo 250 mil detenciones por parte de la patrulla fronteriza en Estados Unidos.
También 2023 colocó a México como uno de los principales receptores de solicitudes de refugio con cerca de 140 mil peticiones. Pero, sobre todo, estamos terminando un año en el que ha prevalecido un contexto de uso de las personas migrantes para el discurso político y para ataques constantes por parte del partido republicano al presidente Biden, de cara a las elecciones en 2024, lo que parece indicar que la presión sobre México se puede incluso agudizar en los próximos meses.
@EuniceRendon