La salud mental es una deuda de todos
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Se estima que para 2030, las enfermedades mentales serán las principales causas de discapacidad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Si el vaticinio es correcto, ¿qué está desarrollando el estado (gobiernos en general) para atender este problema y qué hacemos desde el seno familiar, desde la comunidad?
La pregunta sin duda es pertinente y más que a tiempo, pues la realidad es que persiste rezago importante en materia de atención a la salud mental, a pesar de varios esfuerzos en todos los ámbitos.
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Primero, desde los gobiernos. La política de atención a la salud mental es una en el discurso y otra en los hechos, en las acciones, en las obras, en los presupuestos, en las estrategias. En Coahuila, por ejemplo, existe un déficit de especialistas y de centros para atender posibles internamientos de pacientes psiquiátricos.
Esta semana que concluye, publicamos un reportaje en SEMANARIO a propósito del Día Mundial de la Salud Mental. Si bien pareciera que una fecha como esta ayuda a recordar la importancia de la atención, es necesario realizar estrategias que impacten en las políticas públicas.
De acuerdo con datos del Inegi, en 2022 se reportó un incremento en los trastornos de salud mental, especialmente en trastornos depresivos y de ansiedad. Aproximadamente, el 15 por ciento de la población mexicana ha experimentado síntomas depresivos graves, una cifra que ha aumentado desde la pandemia.
Está el tema de los suicidios, un problema que aumenta todos los años sin encontrar una estrategia que los frene. En 2023 se registraron en México, 8 mil 837 defunciones por suicidio, más del doble que hace 20 años, según el mismo Inegi.
Además, Coahuila ocupó el segundo lugar del país con el más alto porcentaje de defunciones registradas por suicidio con respecto al total de muertes violentas.
Un intento de suicidio es una urgencia psiquiátrica, aseguran especialistas. Es decir, en ese momento se requiere una atención de internamiento para que la persona esté bajo vigilancia. Pero no existen lugares ni mucho menos protocolos para canalizar, vigilar y atender a esa persona.
Otro fenómeno es el de los trastornos por adicciones. Es sabido que existe un problema serio de consumo de drogas, principalmente de cristal. El consumo es mayor y a menor edad, pero no existen suficientes centros de rehabilitación para atender el ejército de adictos, y los que hay son esfuerzos ciudadanos, muchas veces sin contar con avales sanitarios.
El problema es que se sigue criminalizando al adicto, sin tener en cuenta que detrás se trata de un problema de salud.
La administración actual del gobernador Manolo Jiménez inició bien al impulsar la instalación del Consejo Estatal de Salud Mental y Adicciones, que tiene como fin implementar programas y estrategias de sensibilización para fomentar el autocuidado y la relevancia de la salud mental en la comunidad. Inclusive se creó la Dirección de Salud Mental y Adicciones dentro de la Secretaría de Salud del Estado.
Sin embargo, habrá que medir el impacto, logros y funcionamiento tanto del Consejo como de la nueva dirección, para atender este problema que se nos viene encima.
AL TIRO
El problema de la enfermedad mental es también un problema de todos: familia, vecinos, escuelas, comunidad en general. Lo es porque una enfermedad mental impacta en la familia, en la comunidad, en las escuelas, en los trabajos. Lo es también porque más de 970 millones de personas en el mundo viven con algún trastorno mental, de acuerdo con la OMS.
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¿Qué postura tomamos entonces cuando una enfermedad mental está frente a nosotros? ¿La de escondernos, la del miedo, la de vergüenza, la de minimizar, la de juzgar?
En ese sentido es necesario una educación sobre la importancia de la salud mental, empezando desde casa.