Las 59 mujeres de Teuchitlán...

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Hasta ahora han sido encontradas 47 blusas en el narco Rancho Izaguirre de Teuchitlán, Jalisco, según la Fiscalía de ese estado. Son 47 prendas que, de acuerdo con indicios, pertenecen a 47 mujeres. Es la ropa con la que llegaron hasta ahí esas 47 mujeres. Pero... ¿dónde están ellas? ¿Quiénes son? ¿De dónde proceden? Y, ¿qué les pasó?
Eso es lo más importante: saber qué fue de ellas, encontrarlas.¿Fueron reclutadas a la fuerza como halconas, luego entrenadas como sicarias (sí, en nuestro México Mágico ya hay sicarias), y están activas y esclavizadas en comandos del Cártel Jalisco Nueva Generación?
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¿Fueron secuestradas para que trabajaran ahí en labores de cocina y limpieza y todas esas actividades que imponen a las mujeres los machismos jalisciense y mexicano?
¿Siguen sometidas en otros lugares similares de la sierra jalisciense? ¿O qué tal en Villa Purificación de Nemesio Oceguera, el líder de ese grupo criminal? ¿Ya indagaron allá los policías estatales, o todavía no los dejan entrar las tropas del Señor Mencho?
¿Algunas de esas mujeres fueron levantadas para luego ser abusadas sexualmente en el lugar y después las ejecutaron, enterraron y desaparecieron? ¿Es posible que hayan sido incineradas ahí mismo, sus restos esfumados muy al estilo del aquel infame sujeto conocido como El Pozolero de Tijuana que disolvió los cuerpos de más de 300 personas en la primera década de este siglo?
Por el desaseo con el que ha operado la Fiscalía de Jalisco desde el año pasado, debido a la negligencia exhibida en su trabajo, no sabemos nada. No tenemos idea de qué pasó con ellas en ese macabro centro de adiestramiento del CJNG a donde llegabas jóvenes secuestrados para luego ser enrolados por la fuerza en el mundo del sicariato.
Regreso: hay 47 blusas. Hay blusas negras, cafés, rojas, naranjas, amarillas, blancas, verdes, azules, rosas. Hay chicas, medianas y grandes. ¿Qué tienen en común? Están sucias, tienen tierra, restos de lodo encima. No son vestimentas guardadas en un ropero, no; son ropas extraídas y desechadas ahí, en el piso, como si fueran los restos de 47 hogares azotados por un alud de terror.
Pero, un momento, eso no es todo. Verifico y hay más: también hay doce vestidos, que claramente no se usan con ninguna de las 47 blusas. Negro con lentejuelas. Azul marino con bordados. Rosa-rojo-café-beige. Azul brillante calado y con escote en la espalda. Negro-dorado. Blanco-negro. Negro con flores bordadas. Blanco estampado. Rojo. Azul marino y blanco. Colores estampados y degradados. Doce vestidos que no son de trabajo. Esas doce mujeres fueron llevadas a la fuerza ahí, a ese infierno criminal.
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Son, entonces, 47 +12 prendas. Son 59 prendas de 59 mujeres.Las 59 de Teuchitlán. ¿Quiénes son? ¿Cómo se llaman esas 59 mujeres? ¿Cuántos años tienen? ¿De dónde vienen? ¿Quiénes son sus madres? ¿Cómo eran sus vidas previas? Recalco: lo importante es quiénes son esas 59 mujeres. ¿Dónde están? Detrás de cada prenda hay una historia, un rostro, un nombre, una vida que tenemos que conocer, que tenemos que recuperar.
Y la de los cientos de hombres que pasaron por ahí, plasmados en cientos de pantalones (más de mil) abandonados, desechados, también.
A ver si acaso la Fiscalía General de la República tiene la pericia para recomponer el desastre de la Fiscalía Estatal, ¿o vamos a presenciar otra insolente “verdad histórica”?
jp.becerra.acosta.m@gmail.com
Twitter: @jpbecerraacosta