Las Fuerzas Armadas, ‘la manzana de la discordia’
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Contaminar el origen y naturaleza de las Fuerzas Armadas, inclusive con tentaciones de mayor poder, no es lo ideal para dos instituciones que –salvo excepciones– se han dedicado a servir al país
Para nadie es un secreto que en la administración de Andrés Manuel López Obrador, las Fuerzas Armadas han jugado un rol de primera importancia, asumiendo tareas que no estarían dentro de su naturaleza ni formación, ante lo cual se ha tenido que recurrir a reformas para dotarlas de legalidad en su actuar.
En las últimas semanas hemos visto cómo se ha abierto el debate, no sólo entre la clase política, sino también entre organizaciones de la sociedad civil, sobre la incorporación de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
En esta coyuntura, las Fuerzas Armadas han quedado como “la manzana de la discordia”, visto desde dos ópticas.
La primera tiene que ver con su participación dentro de la estrategia de seguridad.
Si bien el Ejército ha sido un importante actor para afrontar al crimen organizado durante los últimos lustros, su formación y naturaleza no es propia para mantenerse patrullando en las calles.
Por ello, la propuesta de crear una Guardia Nacional que fuera asumiendo esta función era bien vista. Sin embargo, con el paso del tiempo –y el cambio de opinión del presidente López Obrador– esta corporación de seguridad está convirtiéndose cada vez más en un cuerpo castrense que en una policía civil de élite.
Por otro lado, las Fuerzas Armadas, quedando en medio del debate político-partidista, también se han convertido en “la manzana de la discordia” para lo que aparentaba ser una inminente alianza opositora de cara a los comicios de 2023 y 2024.
Las dirigencias del PAN y el PRI “chocaron” ayer dejando en vilo una posible coalición, luego de que el tricolor planteara una iniciativa afín al Gobierno federal, en donde se impulsa la permanencia del Ejército en las calles hasta 2028, algo que los aliancistas habían prometido frenar.
En medio de este debate de los políticos, el Ejército y la Marina –las dos instituciones en que más confían los mexicanos– están a merced de las definiciones partidistas.
Contaminar su origen y naturaleza, inclusive con tentaciones de mayor poder, no es lo ideal para dos instituciones que –salvo excepciones– se han dedicado a servir al país.
Por lo cual se esperaría que autoridades y legisladores encuentren un punto medio en donde las Fuerzas Armadas puedan desarrollar su verdadera vocación y función, dotando de un marco regulatorio claro que les dé certezas, sin poner en riesgo su historia y legado, con visiones partidistas.