Las niñas del siglo 21: un desafío ineludible para la educación
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El Día Internacional de la Niña se conmemora, desde el 2011, cada 11 de octubre. Esta fecha, establecida por la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), tiene como principales objetivos abordar los desafíos que por discriminación enfrentan las niñas en el mundo y el pleno reconocimiento de sus derechos.
Esto cobra especial relevancia toda vez que, lamentablemente, la marginación y discriminación contra las niñas en muchos ámbitos ha sido una constante histórica. A las múltiples formas de discriminación contra las mujeres se suman otras que afectan directamente a las niñas, con el terrible objetivo de sobajarlas, subordinarlas y controlarlas, todo ello fundamentado en la arcaica creencia de que son el “sexo débil”.
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En respuesta a esta problemática, en el presente siglo se han venido construyendo esfuerzos tendentes a combatir esa realidad y proteger los derechos de las niñas.
De manera particular, en el 2024 se hizo énfasis en la visión del futuro de las niñas, lo que resaltó la urgente necesidad de garantizarles sus derechos fundamentales, asegurarles oportunidades y construirles escenarios libres de discriminación. Sin embargo, la realidad evidencia que muchas prácticas discriminatorias no han logrado ser desarraigadas.
Frente a esta terrible realidad, resulta primordial identificar las problemáticas que les aquejan para así poder establecer soluciones a través de políticas públicas que les garanticen auténticas oportunidades de desarrollo, descanso, esparcimiento, salud y otras tantas más, propias de su edad, como lo son las educativas; hecho que resulta fundamental para su desarrollo integral.
En el contexto de la lucha por el reconocimiento y garantía por la igualdad de oportunidades, la educación constituye la herramienta fundamental para fomentar el empoderamiento de las niñas. Según la Unicef, prácticamente 1 de cada 5 niñas no termina el primer ciclo de secundaria y casi 4 de cada 10 no concluye el segundo ciclo de secundaria.
Por lo tanto, no sólo se trata de la incorporación de las niñas a las aulas, el reto primordial consiste en asegurarles que puedan finalizar sus estudios hasta convertirse en profesionales y así acceder a oportunidades que les permita trascender y tener un papel protagónico en las sociedades en que se desenvuelvan.
Precisamente por ello, la educación es clave para el empoderamiento y futuro de las niñas. La escuela no sólo brinda conocimientos, sino que también permite desarrollar habilidades para tomar decisiones informadas sobre su futuro y participar activamente en su comunidad.
Es crucial garantizar que las niñas realmente tengan la oportunidad de aprender, de completar todos los niveles educativos y desarrollar habilidades que posteriormente les permita competir académicamente y, además, adaptarse y desenvolverse con autonomía intelectual.
Penosamente, con facilidad se encuentran casos de niñas cuyos derechos están desprotegidos y a quienes no se les garantiza la educación. Esto se debe, en gran medida, a que muchas desempeñan roles inapropiados para su edad: trabajadoras, cuidadoras, esposas, entre otros que les implica sacrificar sus estudios para satisfacer necesidades de quienes les rodean.
Según datos compartidos por la ONU en 2024: “en todo el mundo, las niñas de entre 5 y 14 años dedican 160 millones de horas diarias más al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados que los niños de la misma edad”.
Esta realidad limita sus oportunidades educativas y, por ende, restringe la posibilidad de demostrar sus capacidades académicas e intelectuales, evidenciando las discriminaciones existentes en el ámbito escolar hacia las niñas con respecto a los niños.
Los casos en los que a las niñas se les apoya en serio y se les reconoce académicamente, por ejemplo, como a Ángela Elena Olazarán Laureano, quien recientemente recibió el premio “Chegg.org Global Student Prize 2024” como la mejor estudiante del mundo por su contribución en el ámbito de la tecnología, son plausibles, pero, por lo menos en México, son escasos e insuficientes.
Ello robustece la idea de la urgente necesidad, por un lado, de fomentar sistemas educativos más inclusivos y equitativos que beneficien a todas las niñas, y por otro, de crear contextos socioeconómicos que les permita acceder a dichos sistemas.
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Por ello, poner de relieve los derechos de las niñas conmemorando su día, inspira y ayuda a crear conciencia en comunidades, gobiernos y organizaciones para implementar cambios significativos que luchen contra la discriminación y fomenten el acceso a oportunidades educativas y de desarrollo personal, recordando que el empoderamiento de las niñas es esencial no sólo para su futuro, sino también para el desarrollo y bienestar de toda la sociedad.
En ese sentido, resulta relevante visualizar la necesidad de reconocimiento de los derechos de las niñas y de admitir los desafíos a los que enfrentan. Es fundamental conmemorarles nacional e internacionalmente, ya que ello representa una esperanza de lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, y en este caso, específicamente el de las niñas.
El Día Internacional de la Niña no sólo invita a reflexionar sobre las barreras discriminatorias que aún enfrentan las niñas, sino que también promueve la concienciación sobre la necesidad de crear un entorno más justo y equitativo para ellas.
La autora es investigadora de la Academia IDH
Facebook: gisela.garciagarza
Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH