Los árboles enanos, la renovación de la Alameda y las plazas de Saltillo
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Se hace necesario que el Ayuntamiento dicte un reglamento para regular la poda de árboles en la vía pública y establezca la imposición de multas severas a su incumplimiento
Saltillo es motivo y tema constante de esta columna. Escribir de sus cosas, sus gentes, sus calles, sus edificios, personajes, acontecimientos y, en general, el devenir pasado y presente de nuestra capital, resulta por demás interesante. En ese tenor, resulta imposible no percibir los resultados del trabajo del alcalde, Javier Díaz González, quien en poco tiempo ha sabido interpretar el sentir de la población y encaminar su dinámica de trabajo primordialmente a solucionar la problemática de la diaria convivencia y el bienestar de los saltillenses, no sólo en los aspectos puramente de desarrollo y crecimiento urbano, económico, ecológico, de infraestructura y demás, sino también en los procesos sociales y culturales que forjan el espíritu y fortalecen su identidad. Después de todo ¿qué es la ciudad sino la diaria convivencia? ¿Qué es la ciudad, sino la forja que de ella hacen quienes la viven a diario?
A pocos días del séptimo mes de su gestión como presidente municipal, se ven los avances en múltiples aspectos de la administración de la ciudad, principalmente en los que atañen a la calidad de vida de los ciudadanos. El programa municipal “Aquí andamos” busca mejorar la imagen urbana y la calidad de vida de los saltillenses a través de diversas acciones que atienden las necesidades de la comunidad en diversos ámbitos de la vida urbana. La que interesa al tema de esta colaboración es la limpieza y mantenimiento de espacios públicos mediante el retiro de basura, deshierbe de maleza y limpieza general en plazas, parques, camellones y vialidades, sobre todo, la denominada “Mejora de áreas verdes”, enfocada a rehabilitar e instalar sistemas de riego y reforestar con árboles ornamentales y frutales.
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Dentro del tema, se dio una excelente noticia: la Alameda Zaragoza ha sido designada “Parque Insignia” de la ciudad y participa en el programa “Aceleradora de Ciudades”, por el cual podría recibir hasta 100 millones de pesos para su renovación, según anunció Antonio Nerio Maltos, director de Infraestructura y Obra Pública del municipio. La Alameda es un jardín público con casi 200 años de historia. Se construyó en dos tiempos y cada uno guarda sus anécdotas. En 1836 se formó la sección norte o “Parque Zaragoza”, y a partir de 1870, se hizo la segunda sección, separada por la calle de Victoria y, de ahí hacia el sur, hasta Ramos Arizpe. La primera parte carga con la leyenda del “Rey dormido”, su jardinero primigenio, un presidiario asesino que conmutó su condena por el trabajo de plantar árboles y formar los cuadros de los jardines, delimitados por árboles y adornados con flores y pasto. La segunda, conocida como Alameda Nueva, llevó oficialmente el nombre de Parque Porfirio Díaz, nombre que naturalmente cayó junto con el gobernante que se lo había dado.
Las plazas y jardines son espacios que ayudan al medio ambiente, así como los árboles en camellones, estacionamientos y orillas de banquetas en los vecindarios. El papel que juega un árbol es crucial, porque al producir oxígeno y absorber dióxido de carbono actúa como un pulmón para el planeta. Los árboles contribuyen a la purificación del aire y al control de la erosión del suelo, tanto como a la regulación del clima y el ciclo hidrológico. En lo cotidiano, un árbol proporciona sombra, reduce la temperatura del entorno y representa un refugio para la flora y la fauna.
Muchas veces la gente se desentiende de esa función vital de los árboles y estorba su cumplimiento. Es moda de hace unas dos décadas en Saltillo, podar los árboles y despojarlos de todas sus ramas al inicio del otoño, para evitar tener que levantar las hojas que caen en las banquetas. Los resultados de esa inmisericorde poda son árboles enanos con troncos gruesos y robustos, y copa muy reducida y baja, adoptando una silueta de hongo y, consecuentemente, reduciendo la contribución del árbol al medio ambiente. ¿Puede imaginarse así los árboles de la Alameda?
Se hace necesario que el Ayuntamiento dicte un reglamento para regular la poda de árboles en la vía pública y establezca la imposición de multas severas a su incumplimiento. El reglamento no servirá de nada si no se vigila concienzudamente y se acompaña de una campaña permanente de concientización sobre la importancia de un árbol.