Mamá: ellas sostienen a México

Opinión
/ 7 mayo 2025

Hablar de las mamás en México es hablar del motor social más potente que tiene este país... Reconocer su trabajo es importante, pero transformar las condiciones en las que ocurre es urgente

En México hay figuras que lo explican todo. No necesitan estadísticas para demostrar su valor, pero cuando los números las acompañan, el país se ve reflejado en ellas. Una de esas figuras es la madre mexicana. No hay palabra más presente en el lenguaje emocional del país que “mamá”. Está en las canciones, en las oraciones, en los gritos del estadio y en las despedidas. Está en el centro de las casas, en las sobremesas y en las decisiones difíciles.

Hoy, más de 38 millones de mujeres mexicanas son madres. De ellas, un 44.9 por ciento tiene entre 20 y 29 años. Tres de cada diez son jefas de familia. Y mientras las flores llenan los aparadores en mayo, la vida de cada una de ellas sigue su curso, muchas veces en silencio, muchas veces en lucha. La maternidad en México no es una postal de comercial ni una imagen estática en redes sociales: es resiliencia, es resistencia, es trabajo, es amor diario y sostenido.

TE PUEDE INTERESAR: La fragilidad invisible: Lecciones del apagón europeo

Hablar de las mamás en México es hablar del motor social más potente que tiene este país. Su rol va mucho más allá de la crianza: son líderes comunitarias, emprendedoras, cuidadoras, maestras, directoras generales, trabajadoras de jornada completa dentro y fuera del hogar. En cada rincón de la sociedad mexicana hay una mamá sosteniéndolo todo: en el campo, en la maquila, en las aulas, en la política, en los hospitales, en los mercados. Muchas veces, las primeras en levantarse y las últimas en dormir.

La figura materna no sólo representa cariño o entrega; representa estructura, liderazgo, capacidad de organización, inteligencia emocional y una fuerza que desafía las estadísticas. Son ellas quienes resuelven, gestionan, acompañan, enseñan y, sin pedir reconocimiento, mantienen un país de pie. En un entorno donde muchas veces la violencia, la desigualdad o la falta de oportunidades frenan el avance, la madre mexicana avanza igual. Con todo y todo, avanza. Porque rendirse no es opción cuando tienes una familia que depende de ti.

Pero también hay un desafío urgente. Ese 44.9 por ciento representa una generación entera que carga con una doble o triple jornada. Mujeres que están construyendo sus vidas al mismo tiempo que crían a sus hijos, que enfrentan prejuicios, brechas salariales, violencia institucional y una cultura que todavía las mira con una lupa injusta.

Muchas de ellas trabajan fuera de casa sin prestaciones, sin red de apoyo, sin descanso. Y aun así, ahí están: sacando adelante a sus familias, buscando un mejor futuro para sus hijos, haciendo malabares con el tiempo, con el dinero, con las expectativas. Algunas estudian y trabajan al mismo tiempo; otras emprenden con lo que tienen a la mano. Otras más cuidan a sus padres, a sus hijos y, si pueden, a sí mismas. Reconocer el trabajo de estas mujeres implica ir más allá de los aplausos en redes sociales; implica crear condiciones dignas, entornos de apoyo, políticas públicas que las escuchen, que las acompañen, que les devuelvan en servicios lo que ellas entregan en dedicación. Y nos toca también responder con acciones reales, no con palabras de ocasión.

En este contexto, también es necesario hablar de nosotros, los hombres. Porque este reconocimiento no puede ser solamente una mirada tierna o un tributo una vez al año. Debe ser también un llamado a la corresponsabilidad. Agradecer a nuestras madres es apenas el primer paso; lo que sigue es comprometernos con aquellas con quienes formamos o formaremos una familia. Implica asumir las tareas del cuidado, del hogar, de la crianza, no como ayuda, sino como una responsabilidad compartida.

Implica crear relaciones equitativas, formar hijos conscientes, construir entornos donde ser mamá no signifique renunciar a ser mujer, profesionista o ciudadana. Reconocerlas también es aprender a acompañarlas. No basta con admirarlas: hay que estar a la altura de lo que ellas han sostenido solas por generaciones.

Y mientras celebramos a quienes han asumido la maternidad con amor y entrega, también debemos dejar claro que ese amor no tiene por qué ser un sacrificio permanente. Ser mamá no debería doler tanto. No debería ser sinónimo de renuncia, de culpa o de agotamiento. Aplaudir la resiliencia de las madres es necesario, pero más necesario es construir un lugar donde no se les pida ser heroínas a diario. Donde su bienestar sea prioridad, y su labor no se dé por sentada. Reconocer su trabajo es importante, pero transformar las condiciones en las que ocurre es urgente.

Y sí, también hay que honrar la libertad de elegir. Porque una mujer no vale más ni menos por ser madre. Vale por quien es, por lo que sueña, por lo que decide. Defender la maternidad es también defender el derecho de no maternar, y construir una sociedad donde cada mujer pueda ejercer esa decisión sin presiones ni juicios. Sólo así, como país, estaremos a la altura del amor que tantas madres han sembrado durante generaciones.

TE PUEDE INTERESAR: ¿Todavía no tienes el regalo de mamá? Cinco ideas que le encantarán

Por eso, esta columna es un reconocimiento. Para todas esas mamás que mueven a México, a Coahuila y a Torreón. Para esas mujeres que todos los días, sin cámaras, sin aplausos, hacen girar el engranaje de una sociedad completa. Para las que caminan al trabajo con un niño en brazos, para las que preparan el desayuno a las 5:00 de la mañana, para las que luchan desde una silla de hospital, desde un escritorio, desde una banqueta.

Para las que educan con el ejemplo, las que enseñan que rendirse no es opción. Son ellas la fuerza real del país. Su trabajo, su resiliencia, su dedicación y, sobre todo, su amor, son lecciones de vida que no caben en un sólo día al año. Son lecciones que nos forman, nos inspiran y nos recuerdan que México, en buena medida, está sostenido por los brazos de una madre. Honrarlas no sólo es obligación moral, es un acto de justicia. Porque ellas han estado, están y seguirán estando, cuando todo lo demás falle. Porque ellas no piden reconocimiento, pero lo merecen todo.

A unos días del 10 de mayo, felicito a todas las mamás lectoras de mi querido VANGUARDIA.

¡Feliz día, mamá! Gracias por tanto y todo, Irma.

COMENTARIOS