Masticar chicle: Un viejo hábito que regresa, pero ¿cuáles son sus pros y contras?
Masticar chicle después de la comida no es malo, pero masticar un chicle durante las 24 horas del día no va a ser la mejor opción
¿Quién de pequeño no disfrutaba masticar chicle? Especialmente aquellos con los que podíamos hacer globos en nuestra boca y luego reventarlos. Yo era uno de esos. Me encantaban los chicles −perdón por el comercial− “Totito” y “Motita”. Eran muy adictivos. Sin embargo, al pasar los años, poco a poco los fuimos dejando, ya sea por madurez o por ser perjudiciales para nuestras dentaduras.
En los últimos años, parece que nuevamente surge este hábito. Para muchas personas mascar chicle es una práctica con la que intentan aliviar el estrés, refrescar su aliento o, incluso, para la concentración, pero ¿es conveniente hacerlo durante todo el día? Un reciente artículo (22 de abril, 2025) publicado por Melinda Wenner Moyer en “The New York Times”, bajo el título “Is Chewing Gum Bad for Your Health?”, pone sobre la mesa los pros y contras de practicar esta acción cotidiana que millones de personas alrededor del mundo han asimilado casi automáticamente.
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Algunos pros:
1) Favorece la salud de la boca. Tal como nos apunta el Dr. Peter Arsenault, dentista y docente de la Facultad de Odontología de Tufts, el acto de mascar chicle provoca que la saliva fluya.
2) Capacidad cognitiva y disminución del estrés. Hay estudios que indican que masticar chicle puede mejorar la concentración y la memoria a corto plazo. También se ha comprobado que puede hacer que la persona se adapte mejor, aumentar el estado de ánimo, igual que ocurren con otras repeticiones motoras (mover la pierna, jugarse con el cabello).
3) Mejora la atención y reduce el estrés. Este beneficio lo he observado en algunos alumnos con problemas de nerviosismo durante los exámenes. Les recomiendo contestar la evaluación masticando un chicle y, al final, me comentan: “Maestro, el chicle me ayudó mucho a poner más atención y no bloquearme por los nervios”.
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Algunos contras:
1) Problemas en la mandíbula. Aguantar mucho tiempo masticando chicle puede empeorar la articulación temporomandibular (la unión de la mandíbula con el cráneo) y producir dolores, chasquidos, fatiga facial y, en algunos casos, provocar dolores de cabeza. Recomiendan limitar el tiempo de masticación entre aproximadamente 15 a 20 minutos tras las comidas, sobre todo si se sufren molestias en la mandíbula.
2) Problemas digestivos. Si bien el chicle puede ayudar en algunas personas en el reflujo; en otras puede causarlo al relajar el músculo que evita que el ácido suba al esófago. De la misma forma, si se mastica en exceso puede dar lugar a la asfixia, lo que puede producir problemas de gases, distensión abdominal, eructos, etc.
Podemos concluir que masticar el chicle no está mal, incluso se habla de algunos beneficios (siempre que se haga con moderación; sí es cierto que te deberías decantar por la elección de chicles sin azúcares). Pero lo contrario, masticar chicle sin parar durante los siete días de la semana, no te lo va a poner fácil, menos para tu mandíbula, para el sistema digestivo e incluso para el medio ambiente. En esto, como en muchos otros casos de la vida, es cuestión de equilibrio: masticar chicle después de la comida no es malo, pero masticar un chicle durante las 24 horas del día no va a ser la mejor opción. Y recuerda: ¡no tires la goma al suelo!