MC y Álvarez Máynez: La guerra de los indolentes

Opinión
/ 28 mayo 2024

Es muy difícil declararse a estas alturas víctima de las circunstancias.

Aunque en efecto, existe lo que las aseguradoras llaman “acto de Dios” (un evento de causas naturales imposible de anticipar o prevenir), estos son más bien raros y escasos.

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Amén de dichos casos excepcionales, podemos anticipar con razonable precisión lo que va a ocurrir mañana, y vale lo mismo para las condiciones meteorológicas como para los comportamientos sociales.

Sobre la desgracia acaecida hace una semana durante un mitin de campaña de Movimiento Ciudadano y su candidato, Jorge Álvarez Máynez, se ha hablado mucho, pero no lo suficiente, o mejor dicho, no lo que debería hablarse.

Los primeros comentarios en redes sociales se centraron en cómo el candidato fosfo terminó con aquel viejo debate sobre quién es más veloz, Speedy González o el Correcaminos, posicionándose él mismo como el personaje más rápido de todo universo de las caricaturas.

Chistes aparte, creo que se pasan de cretinos quienes opinan que el candidato debió hacer “esto o aquello” en los escasos seis segundos en los que aconteció el siniestro, como si de verdad existiera un manual de protocolos a seguir en casos así.

No hablamos de evacuar una zona o de hacer una movilización organizada ante una señal de alarma. Hablamos literalmente de saltar para salvar el pellejo porque el suelo bajo nuestros pies está colapsando y algunas toneladas de estructura metálica se nos vienen encima.

Es injusto juzgar a Máynez por un brevísimo instante dominado por el muy natural instinto de supervivencia. Si lo vamos a juzgar, mejor juzguémoslo por lo que hizo antes y después de la tragedia.

¿Cómo es posible que el candidato y el partido que buscan dirigir una nación sean incapaces de realizar un evento de campaña lo bastante exitoso como para que no perezca ninguno de los concurrentes?

Tienen recursos (pagados por nuestros impuestos), tienen el apoyo de las autoridades y, sobre todo, tenían la advertencia de que las condiciones del clima serían extremas.

¿Qué será de México si esta gente llega a ganar la Presidencia de la República?

Bueno, tampoco es como que ello no haya ocurrido ya.

¿Se acuerda de la catástrofe de Acapulco del año pasado, el huracán Otis? ¿Recuerda lo que dijo el Presidente sobre advertir a la población?

“Pensé en decirlo más fuerte: o sea: ‘Viene cañón’, algo así, pero dije: ‘No, con esto basta’”, confesó López Obrador cuando ya no pudo seguir negando que el meteoro NO los tomó por sorpresa. Es decir, que sabían que era una tormenta de categoría bíblica.

Igual que AMLO en el caso de Otis, Máynez y compañía no puede asumirse pobres víctimas pasivas de las circunstancias. Muchas muertes pudieron evitarse si uno y otro hubieran tomado las decisiones correctas con la información que tenían disponible.

Álvarez Máynez de hecho, por mera congruencia, debió haber renunciado a su candidatura, no porque tuviera alguna oportunidad, sino por un mínimo gesto de honestidad, ya que si no pudo conducir una campaña con un saldo blanco, ¿cómo se atreve a pedirnos el voto de confianza para descansar la seguridad nacional en su criterio durante los próximos seis años?

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Pero el partido de Dante “El Rajuela” Delgado sigue navegando con bandera de inocente y en voz de su abanderado acusa a quienes “lucran políticamente” con la tragedia, pero se muestra incapaz de cualquier autocrítica.

Incluso al risueño candidato se le borró su perenne sonrisa cuando lo cuestionaron sobre la empresa que colocó el templete de la desgracia. Y el disgusto que este cuestionamiento le provocó fue desde luego su excusa para no responder.

Magnánimo como es, el Virrey del Nuevo Nuevo León, Samuel García, aseguró que su administración indemnizará a las víctimas del desastre, lo cual sería loable si no fuera porque lo que están tratando de hacer es amortiguar el golpe mediático y diluir la responsabilidad de su anaranjada franquicia política a unos días de los comicios.

EPÍLOGO

Atravesamos una de las peores olas de calor de que tengamos registro, aunada a una atroz sequía derivada de la pésima gestión que México ha hecho del agua desde hace décadas.

Tampoco en esto hay mayor sorpresa, por lo que decir que es “atípico” resulta también ocioso. Nuestro sistema de generación eléctrica simplemente no está en condiciones de afrontar la actual demanda derivada del clima extremo, pero no es una situación fortuita, derivada de una eventualidad.

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Los comicios se celebran en menos de una semana... ¿Podrán realizarse sin contingencias, sin sorpresas, sin caídas del sistema?

Y si ya sabe lo que se viene, sabe entonces a qué atenerse: Se anunció que la ola de calor seguirá agobiándonos inclemente, de costa a costa y de frontera a frontera. Agregue a ello el hecho de que la ley seca se implementará a partir del viernes y hasta el día después de las votaciones.

Le conmino entonces, acalorado lector, abochornada lectora, sofocade lectore, a no ser indolente como los que nos quieren gobernar, ni valemadrista como aquellos que ya nos gobiernan. Sea usted previsor, visionario, sensato y súrtase con anticipación de cerveza para tres días. Dispóngase luego a disfrutar de la madre de todas las batallas entre esta manga de irresponsables, flojos y vagos incapaces de montar un templete que no le cueste la vida a un puñado de mexicanos.

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