México, entre la democracia o autoritarismo

Opinión
/ 7 febrero 2024

Existen momentos en la historia de un país que son definitorios en un sentido estructural porque rebasan la pura coyuntura del momento: las elecciones que enfrentará nuestro país el próximo 2 de junio es uno de ellos. Porque aceleraría la instalación de un régimen autoritario en México por, al menos, 12 o 18 años más. E implicaría una regresión democrática del modelo incipiente y perfectible hasta 2018.

¿Cómo llegamos a esta situación? ¿Cómo explicar el sostenido apoyo mayoritario al régimen lopezobradorista a pesar de la regresión económica y política del país? O de la crisis en seguridad pública que arroja dos datos contundentes: el crimen organizado tiene presencia en el 81 por ciento del territorio nacional y durante este sexenio −el más sangriento de la historia− han sido asesinados 172 mil mexicanos.

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Justo es decirlo: México no está exento de la ola populista de corte autoritario que permea en países de Europa, África, Asia y América Latina. En Europa están Eslovenia, Hungría y República Checa. En África, Tanzania, Madagascar, Camerún, Burundi, Eritrea y Sudán del Sur. En Asia se encuentran Turquía, India, Filipinas y Tailandia. Y en América Latina, además de nuestro país, están Bolivia, Colombia, El Salvador, Nicaragua y Venezuela.

El populismo en estos países surge para corregir un modelo de democracia que aspira a la equidad de derechos sociales e igualdad de aspiraciones políticas, pero que entra en contradicción con un modelo económico neoliberal que agudiza y profundiza las desigualdades económicas estructurales.

Más aún, el fracaso de este modelo democrático lleva aparejado un cambio progresivo de mentalidades de la población que tiende a favorecer “el apoyo al autoritarismo”. “En México, por ejemplo, ese apoyo creció de 22 a 33 por ciento entre 2020 y 2023, mientras que el respaldo a la democracia cayó de 43 a 35 por ciento”. Estos datos“son territorio fértil para los autoritarismos y los populistas”.

AMLO tuvo la capacidad política para abanderar ese descontento colectivo −colmado de rabia e impotencia por décadas− para instalar un régimen autoritario con las siguientes características: contrapesos mínimos, desinstitucionalización progresiva, concentración del poder en su persona, alianza estratégica con el Ejército, eficaz aparato propagandístico, construcción de ejército electoral vía programas sociales, corrupción sistémica y pasividad ante el crimen organizado.

Por ello, no es gratuito que la Encuesta de Encuestas para la elección presidencial de este año otorgue 64 por ciento de las preferencias a Claudia Sheinbaum, la candidata oficial, y solo 30 por ciento a Xóchitl Gálvez, la candidata de la oposición.

Por ello, las preguntas son: ¿tendrá Gálvez la posibilidad real de detener a Morena este próximo 2 de junio y, con ello, revertir esa tendencia populista global en México? ¿Tendrá la coalición que abandera, la fuerza política y moral para derrotar la opción autoritaria que representa Sheinbaum y responder de manera contundente por la opción democrática de Xóchitl?

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De llegar al poder, ¿tendrá Xóchitl la capacidad de encontrar un equilibrio entre una incipiente y reconstruida democracia y el modelo económico neoliberal vigente? Ojalá, porque ahí radica la refundación del otro México posible y, con ello, la imposibilidad de que regrese el fantasma populista.

Este 2 de junio próximo, México se juega todo. No lo abandonemos, porque con él va la vida nuestra.

Al tiempo.

Nota: El autor es director general del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución

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