México-España: El perdón a los pueblos originarios que no ocurrió
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Hay imaginarios pequeños y grandes en torno a la mexicanidad y sus raíces principalmente españolas. Afortunadamente sobreviven en México 12 millones de personas con raíces originarias, no exentas de algún componente mestizo. Con la declaración del rey Felipe VI en torno a la problemática iniciada por el Presidente mexicano saliente −por cierto, de reciente ascendencia española−, se debate un tema controversial.
En ocasiones he externado públicamente que quienes conquistaron el imperio azteca fueron un puñado de habitantes del Reino de Castilla −no existía España− que, al mando del capitán Hernando Cortés y la mediación de doña Marina (Malintzin), capitalizó la fuerza bélica de pueblos como el tlaxcalteca que buscaban en su alianza con los europeos liberarse del yugo mexica. Aunque luego, ya conformada España, los territorios conquistados pasaron a depender de esa naciente nación. No olvidemos que antes de ser México fuimos la Nueva España, cuya riqueza durante tres siglos financió muchos de los grandes palacios que embellecen Madrid.
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Pero tampoco olvidemos que un legado de España que permanece con nosotros es nuestro idioma y algunos usos y costumbres, además de rasgos genotípicos que saltan a la vista. Nuestro mestizaje no se entendería sin la influencia genética y cultural de la raza española de orígenes diversos (árabes, fenicios, romanos) y de la raza negra que acompañó la posterior colonización después de la Conquista.
Pero en todo caso, el perdón que el carismático Andrés Manuel López Obrador ha exigido a España, por los atracos y la devastación que causaron los conquistadores, quizá no tenga razón de ser, pero vaya que los españoles siguen teniendo una enorme influencia en México, dueños de casi todo el sistema hotelero en Quintana Roo.
Coincidí con Juan Duarte Cuadrado, embajador de España en México, en una cena el año pasado y hace poco lo visité en Ciudad de México, y con respeto le dije que algo habría que hacerse con relación al nuevo colonialismo que representa el trato laboral de españoles a mayas en Quintana Roo.
A mi parecer continúa presente en México la resistencia de pueblos originarios que siguen siendo desdeñados por los mestizos y representados por falsos líderes en el Congreso de la Unión. El pasado 18 de septiembre, Claudia Rivera, mujer letrada y de izquierda que fuera presidenta municipal de la ciudad de Puebla y que ahora es diputada federal, me comentó que estaba en la sesión donde se estaba aprobando el reconocimiento de que los pueblos originarios son sujetos de derecho. Increíble que esto suceda luego de 500 años de la multicitada Conquista y de que iniciara la aculturación española de los pueblos nativos. Los imaginarios son muchos, pero es innegable que existen claroscuros recurrentes sobre los vínculos de México y España de los que mucho se ha escrito, incluyendo a investigadoras como la doctora Beatriz Gutiérrez Müller.
Nadie extrañará al representante del rey Felipe VI, como también no serán pocos los que ya están en pie de guerra por la posible presencia de Nicolás Maduro en la unción de la Presidenta electa de México, a quien deseo tenga una magnífica gestión con características propias. Confío mucho en el liderazgo de las mujeres, aunque para todo efecto práctico Claudia Sheinbaum hizo suyo el pensamiento lopezobradorista sobre el perdón que debe pedir el gobierno español a los mexicanos. El próximo 10 de octubre saludaré de nuevo al embajador de España en México, veremos para entonces si siguió escalando el debate iniciado por el entonces ya expresidente López Obrador.