¡Mi hija de 8 años ya es adolescente!
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No es secreto que los adolescentes sean más vulnerables ante las presiones emocionales y sociales que los niños. Un ejemplo de esto es la explosión de chicos con ansiedad, muy relacionado con su pobre desempeño en la escuela, preocupación por la aprobación en sus redes sociales y baja autoestima. Tiene un gran miedo de ser rechazados en sus grupos de amistad y ser el centro de burla y desprecio de sus compañeros. Las adolescentes están en mayor riesgo de sufrir depresión, trastornos de pánico, fobias sociales, baja autoestima y obsesión de imagen corporal perfecta.
La biología tiene mucho que ver con estas conductas de riesgo de nuestras hijas adolescentes. Sus diferencias sexuales hormonales como la activación del estrógeno y su interacción con la serotonina, que provoca el cambio de estados emocionales y sueño, pudiera contribuir a sus fobias sociales. Pero al mismo tiempo, las chicas sufren de más estresores durante la pubertad que los niños debido a las diferentes presiones sociales y las autopercepciones irreales de su belleza física por el cambio tan repentino de su cuerpo en esta etapa.
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La pubertad, cambio biológico que es el preámbulo de la adolescencia, es mucho más temprano que hace 50 años. La neurociencia moderna nos indica que las niñas empiezan su cambio físico alrededor de los 9 años y muchas más desde los 8. Esta pubertad precoz tiene implicaciones negativas en el desarrollo de la adolescente:
* Pobre aceptación de su imagen corporal.
* Trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia.
* Consumo de sustancia adictivas e ilícitas.
* Pobre desempeño escolar.
* Conductas antisociales como la delincuencia o aumento de la agresividad.
* Trastornos emocionales como la depresión, ansiedad, fobias, déficit de sueño, autolesiones, baja autoestima, soledad y rechazo social.
Existe dos estudios, uno realizado en Estados Unidos y el otro en Suiza, encontrando que mujeres menores de 20 años y cuya pubertad fue precoz presentan serios problemas en abuso de sustancias adictivas y depresión. Además, cuando llegan a la universidad tienen mayor riesgo de presentar problemas alimenticios, ansiedad y peor desempeño académico.
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Los investigadores han encontrado algunos consejos para mitigar los riesgos de una pubertad temprana. La recomendación más importante es crear una buena calidad en el ambiente familiar, que incluye estructura estable, expectativas claras, calidez y orientación en la regulación emocional. La creación de un ambiente familiar óptimo debe empezar mucho antes que la pubertad se presente en ellas. En otras palabras, si tenemos hijas debemos prevenir el impacto negativo de una pubertad precoz creando un entorno positivo de apego, diálogo y confianza en las relaciones con ellas y evitando situaciones de estrés. La Dra. Belsky, investigadora y psicóloga de la Universidad de Temple en Estados Unidos, advierte que niñas que experimentan una “infancia insegura”, ausencia de figura paterna y carencia de una buena calidad en la interacción familiar, se predisponen a una madurez más rápida.
Sin embargo, la pubertad temprana no necesariamente es mala; hoy las tendencias ambientales obligan al cuerpo a responder y adaptarse a las nuevas exigencias externas. Los padres debemos estar preparados para facilitar esta transición a nuestros hijos y evitar que este cambio se convierta en un estado de crisis para ellos.