Mirador 05/10/2023
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“Árbol que crece torcido jamás su tronco endereza”.
Conocí un árbol que creció torcido, y que por eso sufría intensamente, pues sabía que su tronco nunca se iba a enderezar. Tal certidumbre lo acongojaba. Ni siquiera tenía consuelo en las aves que anidaban en su fronda y que ahí hacían sus nidos y sus cantos. Por las noches, cuando nadie lo veía, el árbol lloraba silenciosas lágrimas de resina.
Sucedió que un día alguien colgó un columpio en la rama del árbol que creció torcido, pues parecía hecho para eso. Los niños empezaron a jugar en el columpio. Sus gritos y sus risas se enredaban al árbol y lo llenaban de alegría. Su tristeza desapareció, y en adelante fue feliz. Los árboles que crecieron derechos no servían para poner en ellos un columpio, y desde su derechura lo envidiaban.
Ahora paso junto al árbol. Veo el columpio que cuelga de su rama y pienso que aun con nuestros defectos podemos hacer el bien a los demás, y ser felices. Por su callada lección le doy gracias al árbol que creció torcido.
¡Hasta mañana!...