Mirador 08/09/2022

Opinión
/ 8 septiembre 2022
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Burro.

Asno.

Pollino.

Jumento.

Rucio.

Borrico...

Lástima: tantas palabras para nombrar a esa mansa y paciente criatura, y la estoy viendo desaparecer.

En el Potrero ya casi no hay burros. Antes se oían sus sonoros llamados por aquí y por allá. Ahora lo que se escucha es el ruidoso paso de las motocicletas que usan los campesinos jóvenes, olvidados del que fue fiel compañero de sus padres y de sus abuelos.

Imposible intentar la defensa de esta humilde, si bien no silenciosa criatura. Ni los borricos ni yo podemos nada contra la modernidad. Cambian los tiempos –otra cosa no pueden hacer-, y con ellos cambia todo. Platero y yo estamos en vías de extinción.

El burro de las 6 me despertaba todos los días a esa hora de la mañana con su saludo wagneriano. Yo lo daba a los mil diablos por sacarme de mi tranquilo sueño campirano. Ahora me despiertan a las 4 de la madrugada los roncos rugidos de las motos en que los muchachos vuelven de una boda o unos 15 años, y me doy a los 10 mil demonios por no haber sabido apreciar el armonioso rebuzno del burro de las 6.

Caminemos, Platero, por la senda que lleva al olvido.

¡Hasta mañana!...

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Escritor y Periodista mexicano nacido en Saltillo, Coahuila Su labor periodística se extiende a más de 150 diarios mexicanos, destacando Reforma, El Norte y Mural, donde publica sus columnas “Mirador”, “De política y cosas peores”.

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