Mirador 10/03/2025

Opinión
/ 10 marzo 2025

Lorenzo de Ávila y Reseda renunció a sus apetitos mundanales e ingresó como hermano lego en la orden franciscana

Me habría gustado conocer a don Lorenzo de Ávila y Reseda, marqués de Campogrande y Llera. Vino a la Nueva España en busca de riqueza, pero se conmovió al ver los sufrimientos de los indígenas que trabajaban en las minas. Renunció a sus apetitos mundanales e ingresó como hermano lego en la orden franciscana.

Aunque era hombre instruido y de clara inteligencia jamás quiso ordenarse sacerdote. Decía que sus manos, que habían matado hombres en la guerra y acariciado mujeres en el lecho, eran indignas de tocar en la eucaristía el cuerpo y la sangre de Nuestro Señor.

Se dedicó a hacer el bien a los pobres. Ya anciano enfermó de gravedad. Cuando agonizaba sus hermanos de religión le pusieron en las manos un crucifijo de plata enviado por el virrey. Él lo rechazó y pidió la más humilde cruz que hubiera en el convento. Le llevaron una de madera, tosca. Se la llevó a los labios; dijo: “Señor mío y Dios mío” y entregó el alma a quien se la había dado.

Me habría gustado conocer a este hombre. Su muerte fue mejor que su vida. Un buen morir es ése.

¡Hasta mañana!...

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