MIRADOR 24/02/2022

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Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que vio un nido de colibrí, dio un nuevo sorbo a su martini –con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-Yo tengo muchas dudas sobre Dios, pero mis dudas son la mejor prueba de que creo en él. Los incrédulos no dudan; los agnósticos tampoco. Sólo el que tiene fe tiene dudas. Y a mí me ha sido dado ese regalo, el de la fe. Gracias a él tengo esperanza, y la fe y la esperanza me ayudan a vivir; me dan fuerza en mi debilidad y ponen luz en mis oscuridades. Amo a mi prójimo porque siento que hay Alguien que me ama a mí. Procuro hacer el bien porque he recibido muchos bienes. Y ¿quién es ese Alguien? Es el Amor. De él venimos y hacia él vamos. Todo lo que en la vida no sea amor –Amor- es desperdicio.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...