Mirador 3/07/2025

Opinión
/ 3 julio 2025

San Eneldo es un santo del cual muy pocas veces se oye hablar.

Tenía 8 años de edad cuando renunció al mundo, al demonio y a la carne. Encomiable renuncia fue ésa, sobre todo si se toma en cuenta que no conocía ninguna de las tres cosas.

Ya joven se retiró a vivir en una cueva del desierto. Se alimentaba de hierbas y raíces; bebía agua de lluvia en el hueco de las peñas; se mortificaba ciñendo un cinturón de espinas y dándose cabezadas en el tronco de los árboles. Su vida era de penitencias por pecados que nunca había cometido.

Una noche lo visitó una mujer de bello rostro y cuerpo venusino. Se desnudó ante él y lo hizo pecar maravillosamente. Eneldo le preguntó:

–¿Eres el demonio?

Respondió la mujer:

–No. Demonio fue el que te inspiró la idea de vivir como has vivido. Tu soledad, tus penitencias y mortificaciones son el mayor pecado. De él tendrás que dar cuenta al que creó el amor que perpetúa la vida, y la vida que perpetúa el amor.

San Eneldo está olvidado. Si hoy escribí de él fue porque no tenía nada más de qué escribir.

¡Hasta mañana!...

Escritor y Periodista mexicano nacido en Saltillo, Coahuila Su labor periodística se extiende a más de 150 diarios mexicanos, destacando Reforma, El Norte y Mural, donde publica sus columnas “Mirador”, “De política y cosas peores”.

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