Morena: La Jaula de las Locas 2.0

Opinión
/ 9 octubre 2025

No vamos a colgarle a Morena de ninguna manera la paternidad de nuestro peor engendro. Pero no deja de ser gracioso ya a estas alturas que los decentes, los honestos y los morales nos resultaron más cabrones que el viejo PRI y el PAN juntos...

Todavía echo de menos a Robin Williams... Y este año se nos fue Gene Hackman.

Estos dos monstruos compartieron créditos en “The Birdcage” o “La Jaula de las Locas” de 1996, remake hollywoodense de la cinta francoitaliana “La Cage aux Folles” del 78.

Más que una escena, hay una situación detonante de la trama que todavía me parte de la risa (y con el paso de los años y a la luz de los actuales acontecimientos, la encuentro todavía más hilarante): Hackman es el Senador Keeley, un republicano ultraconservador y fundador –junto con su colega, el Senador Jackson– de la Coalición para el Orden y la Moral, un bloque legislativo que, por el puro nombre, sabemos que se las da de guardián de la familia, la virtud y los buenos valores cristianos.

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De pronto, Hackman/Keeley recibe una llamada telefónica: ¡Jackson ha muerto! (cara de aflicción).

“En la cama...”, repite mecánicamente lo que le van informando.

“¡¿En la cama de quién?!”. (Su aflicción inicial ya se torna en azoro).

“¡¿De una prostituta?!”. (Menudo lío le acaba de heredar su difunto amigo).

“¡¿Menor de edad?!”.

“¡¿Negra?!”. A esas alturas ya no sabemos si eso empeora la situación, pero de seguro no la mejora.

Como cofundador de la tal Coalición para la Moral, Keeley enfrenta ahora un mega escándalo, su carrera política se derrumba, pues estaba cimentada en la defensa de esos valores que su más cercano aliado tuvo a bien pasarse por las pelotas justo antes de morir.

Ante el asedio de los hambrientos medios informativos, el Senador se escapa unos días de Washington a Florida. En el trayecto, la radio informa sobre las últimas palabras pronunciadas por el Senador Jackson, de acuerdo con la prostituta adolescente:

“The money is on the dresser, chocolate”. Lo que termina de pintar al finado como un déspota racista (parece que el color de la menor involucrada sí empeoró las cosas después de todo).

El contraste de ver al duro y adusto Hackman como un paladín de la moral arrinconado por la situación (literalmente no puede abrir una ventana sin empeorar las cosas) pagó mi boleto en aquella ocasión. El personaje en cada escena sólo se empantana más y más junto con su credibilidad ¡y la que le espera! Hace mucho que no veo esta película, pero supongo que no envejeció tan mal... no sé.

Hoy el partido en el poder, el de los pobres, la honestidad, la austeridad y la Transformación, el que se supone pondría fin a las viejas prácticas de la peor política y gobierno, a los privilegios, a la tranza, al nepotismo, es el protagonista del mayor escándalo de corrupción en toda la maldita historia de México.

Y cada día que pasa nos enteramos de detalles que agravan más y más la situación.

Vale la pena ser muy claro al respecto. La corrupción en el gobierno mexicano se volvió sistémica no sé si en algún punto preciso del siglo pasado. Creo más bien que fue la acumulación gradual de vicios en la forma de ejercer el poder lo que terminó por normalizar la corrupción, la opacidad y el autoritarismo sin ninguna suerte de consecuencias. Así que no vamos a colgarle a Morena de ninguna manera la paternidad de nuestro peor engendro.

Pero no deja de ser gracioso ya a estas alturas que los decentes, los honestos y los morales nos resultaron más cabrones que el viejo PRI y el PAN juntos... ¡Y cómo no! Si son una coalición que fusiona lo más putrefacto de azules y tricolores, más toda la beligerancia del finado PRD. ¡Pura dinamita!

Agregue un líder carismático a la receta, ¡et voilà!: ¡El país se fue a la m...! ¡Y quién sabe cuándo logremos sacarlo de allí y en qué condiciones!

Hace unos días, The New York Times contrastó la filosofía de austeridad del partido oficial con la vida de lujos y excesos de sus miembros más destacados. Pero ello es meramente anecdótico (ahora sabemos que en la plana mayor de Morena eran ya todos ricos de abolengo desde antes de iniciar su militancia en el lopezobradorismo: el que no era un genio de las inversiones bursátiles, era buenísimo para obtener créditos y financiamientos inmobiliarios, o era asesor político desde que estaba en la secundaria, o vivía de cortesías y donaciones a través de “Patreon”, o había sido el nieto consentido de sus siete abuelitas hacendadas que le heredaron todo. ¡Chingá! Ahora resulta que ninguno era pobre.

Pero esas son minucias, ya le digo. Y nadie en el mundo lee ya al NYT por ser un medio conservador, neoliberal, elitista, enemigo de la Transformación y de la soberanía nacional.

No, la mazorca se está desgranando por el tema de la red de huachicol fiscal, un entramado de proporciones lovecraftianas del que no parece que nadie pueda salir desvinculado (al menos nadie que se precie de ser alguien dentro de la estructura del partido hegemónico).

Vamos a insistir con esto más adelante, pero la gente anda muy quitada de la pena al respecto de este escándalo porque mientras la doctora salga puntualmente en la mañana a lanzar su interminable y contradictoria perorata; y mientras sigan cayendo las becas y pensiones del Bienestar, el País parece estar funcionando con normalidad y relativa estabilidad.

Además, el monto monetario que el ciudadano promedio es capaz de imaginar es muy limitado, luego de algunos cuantos millones, las cifras simplemente dejan de tener sentido.

Por eso decir que el huachicol fiscal habría sangrado al erario mexicano al menos medio billón de pesos (que sepamos y sólo durante el sexenio del inmaculado López Obrador), acaso causa el mismo escozor que los escándalos del viejo PRIAN, aunque esto supera a la Estafa Maestra, Odebrecht o cualquier otro megaescándalo, por mucho, por muchísimo. Y es posible que ni eso, que la gente en efecto se encuentre tan satisfecha como las encuestas de popularidad presumen.

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Pero una cosa es el monto resultante (que apenas estamos vislumbrando) y otra muy distinta es la red de complicidades que se tuvo que tejer para que algo así fuera posible.

El derrumbe de la torre de virtud que el morenato se construyó, para que su Mesías y el resto de sus profetas pontificaran desde lo más alto, es titánico, algo nunca antes visto. Pero al igual que la deriva continental, de la que no nos percatamos la mayor parte del tiempo, salvo por los súbitos sacudimientos, esto se está moviendo indudablemente.

Va a ser necesaria mucha tinta y creatividad para poder presentar de una manera asimilable no sólo el monto, sino el tamaño de la conspiración de este desfalco. En eso se nos va a ir gran parte de lo que resta del año, y al gobierno en ir administrando el impacto, aunque en su actual posición no pasa un día sin que se añada un pequeño nuevo detalle que agrave el estado de su cuarteada reputación de honestidad y virtud.

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