Mundo inmundo

Opinión
/ 15 febrero 2023
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Libros. Sólo la literatura. No tengo otra manera de explicarme el mundo, que no sea a través del rayo o tamiz de los libros y las letras. Es decir, el fuego de la cultura. ¿Cuándo quiero saber un poco más de política y hacerla inteligible? Pues leo literatura. Por lo general, novelas y relatos. Si no estoy leyendo algo nuevo y atrayente, regreso a mis clásicos. Los autores una y otra vez sobados por su servidor. ¿Aprender sobre las redes del poder político y la condición humana? Hay que leer a William Shakespeare. ¿Vientos negros de maldad y la ingrata y terrible condición humana? Hay que leer a William Golding, Charles Dickens. ¿Encontrar y buscar al México profundo? Sin duda, hay que leer y releer a Juan Rulfo, a Carlos Fuentes. ¿Leer y releer a un autor total? Sin duda, a don Octavio Paz.

Pero, cuando el mundo inmundo está bramando alrededor y no se ve salida posible, sin pensarlo ni dudarlo, leo poesía. La más alta manifestación intelectual del ser humano sobre la tierra. Sin poesía no puedo vivir. No puedo existir. Pues sí, sí leo, luego existo. Estoy cierto de lo siguiente: si se leyera poesía, aun siendo apenas minutos diarios en las salas o cocinas familiares, y por supuesto en las recámaras de los niños y sus padres, este mundo sería otro. Los libros otorgan dos cosas: amor y humanidad. Los libros nos hacen humanos, libres y nos otorgan y fomentan nuestra capacidad de amar. Los libros, como las mujeres, tienen formas, curvas, cuerpos; huelen, tienen aroma, sudores, humores; los libros tienen costillas, lomos, pulpa, y eso llamado corazón y claro, alma. El alma, los hados de los libros. Pero hoy, todo es plano, liso... como la pantalla plana de un celular “inteligente”.

Hartos comentarios me llegaron. Un nutrido saco de apostillas he cosechado en estos días, justo cuando apareció en este espacio el díptico de “Agenda de pendientes”, justo en esos días, el jueves 9 de febrero, ese día la infausta noticia, amarga noticia de la muerte de Erika del Rosario Lucio de 35 años fue titular de los diarios estatales y brincó a las primeras planas nacionales. Una tragedia más. Una cruz más en el largo y doloroso rosario de cruces que se amontonan y arrastran en este panteón llamado México.

Mi “timing”, dijeron mis lectores, fue de manera milimétrica. Para mi desgracia, así fue. Pero, no tengo bola de cristal alguna, mazo de naipes a la mano y menos sé leer los “asientos” del café expreso. No. nada de eso. Simple y sencillamente es sentido común. Es leer la realidad. Tomar datos de todo lugar y ver hacia dónde vamos. Es decir y según mi juicio, no vamos a ninguna parte. ¿Cómo sobrevivir entonces a semejante bestialidad y violencia ya cotidiana? Leer poesía. ¿Cómo crecer? Pues leyendo poesía. ¿Cómo amar mejor y crecer humanamente? Leer libros de poesía. Pero también e incluso, ¿cómo descender al infierno? Pues leer poesía. Leyendo poesía nos puede llevar del cielo al infierno y en ocasiones, en el mismo viaje.

Usted lo sabe, Alejandra Pizarnik (1936-1972) se suicidó en Buenos Aires a los 36 años. Dueña de una poesía poderosa, adolorida e incluso, una poesía negra y tremendamente oscura y macilenta, sus versos son el reflejo de su alma atiriciada la cual fue mansión en ruinas. Lea lo siguiente lo cual nos retrata hoy en día: “La luz mala se ha avecindado y nada es cierto”. Y lo siguiente se aplica a la espantosa muerte de la mujer en la colonia Bellavista, la cual a todos nos duele: “Aquí vivimos con una mano en la garganta”: Esta y no otra era la vida de Erika del Rosario Lucio. Una discusión de pareja que terminó en una carnicería humana.

ESQUINA-BAJAN

Preocupado genuinamente por esta escalada de violencia y de abatimiento en todos los órdenes de la vida humana, el abogado Gerardo Blanco Guerra me lo dijo así: “La frase, el análisis que usted repite del periodista John Lee Anderson se ha agigantado con el paso del tiempo, maestro. Y la cosa es cierta, ¿qué tenemos los mexicanos en la cabeza cuando se protesta y la gente se conmueve en redes sociales por la muerte de un perro, pero pocos exigen justicia ante crímenes tan atroces como el de esta señorita?”. Pues sí, Blanco Guerra tiene razón: la futilidad y trivialidad de las pantallas planas de un celular todo lo pudren y devastan.

Lo voy a seguir citando hasta que todo mundo lo grabemos en nuestra pálida memoria. Lo dijo John Lee Anderson en Zacatecas (hoy tierra de nadie) en el año 2011 en una conferencia: “Ustedes los periodistas mexicanos tienen que averiguar qué es lo que enmascara a la sociedad mexicana para encerrar en su seno tanta violencia... no es posible que tanta violencia y que criminales tan sádicos, tan imaginativamente sádicos, hayan surgido de pronto en el panorama mexicano. Algo esconde la sociedad... que lo fue incubando durante años y años”.

Para desgracia nuestra, el sadismo se manifestó de manera demencial en Raymundo Antonio “N”, el cual ya fue detenido. Voy de acuerdo y puede pagar una condena brutal con su propia vida, pero la otra vida, la importante, la de Erika, hoy es humo doloroso. 24 asesinatos de mujeres se registraron en esta región el año pasado. Las cifras se han incrementado año con año. No una alerta, sino un grave y delicado problema social.

LETRAS MINÚSCULAS

“No te preocupes, este aliento agrio/ se esfumará en un día”. Dicen dos versos de Sylvia Plath. Ojalá y así sea.

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