Nerón o AMLO: ¿Roma o México en llamas?

Opinión
/ 15 agosto 2022
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Es de noche, AMLO está parado en una terraza del Palacio Nacional. Viste una toga romana blanca con filos guinda. Porta un medallón de oro macizo con el águila de la 4T. Lleva en su cabeza una corona de laurel con hojas de oro. El macuspano sonríe mientras toca una lira. Las llamas de un México ardiente iluminan la oscuridad; hasta calcinar –poco a poco– la luna llena.

Nerón suspira emocionado al verlo. Y dice para sí: “AMLO es como yo, tal cómo me lo dijo Tácito, político e historiador: El pueblo lo ama a él como a mí. Pues le inspira simpatía y respeto, porque oprime a los grandes y nunca se ensaña con los pequeños”.

“Bueno, justo es decirlo, también compartimos otro detallito –continuó Nerón–: estamos obsesionados por las conspiraciones contra –nuestro– el poder, reales o imaginarias. –Él, como yo– Perseguimos de forma implacable a numerosos miembros de la nobleza romana –o de los machuchones neoliberales. Los acusamos de traición ante el Senado –o mi AMLO en los medios de comunicación y redes sociales–, sin importar sí muchos de ellos fueron obligados a suicidarse –políticamente, en estos tiempos”.

Nerón, en el año 64 d.C., aprovechó el incendio de Roma para erigir su gran palacio, la Domus Aurea y culpar a los cristianos. AMLO, en cambio, utilizará el incendio para militarizar el país; mientras acusa a los conservadores de desestabilizar el país.

En una noche de julio de 64 d.C., ocurrió “el atroz incendio en el área del Circo Máximo, en Roma. El viento propagó rápidamente las llamas, sembrando el terror entre la población. Tras seis días interminables de devastación sin
tregua...”.

En la semana pasada, ardieron en violencia Guanajuato, Baja California, Jalisco, Chihuahua y Michoacán: hubo enfrentamientos entre cárteles y entre estos y las Fuerzas Armadas, muertos, incendios de Oxxos, quema de vehículos y transporte público. El caos, el terror y la ingobernabilidad se fusionaron con las llamas de un país descontrolado.

“El fuego arruinó la ciudad y dejó una estela de sospechas, que recayeron sobre el soberano, Nerón, y sobre los culpables que él señaló: los cristianos”.

Desde un país en llamas, AMLO aprovechará el miedo de la población para (pseudo)tranquilizarla con la fusión de la Guardia Nacional con las Fuerzas Armadas y concentrar más poder en su persona.

Si el incendio de Roma fue provocado por el asesinato de la propia madre de Nerón, Agripina, y de sus dos esposas, Claudia Octavia y Popea Sabina. “El incendio, ya fuera casual o intencionado, constituyó para Nerón su gran oportunidad para seguir fomentando una política orientalizante –ya que practicaba una política cada vez más personalista– y populista”.

En México, no ocurrieron tales asesinatos, pero altavoces confundidos con las llamas reproducen las palabras de Beatriz Gutiérrez Müller en el país: “A todos lo agresores de estos pueblos, y a los que violentan la paz de las personas de las familias y de la nación les decimos: ¡toma un libro! Deja de hacer lo que haces. Y ¡toma un libro! Es el arma más poderosa que tiene una nación para vivir en paz.

“En otras palabras, parafraseando a mi viejo, ‘librazos no balazos’. Y para los que hacen travesuras y dañan a las personas; y la perturban y le quitan su paz y su tranquilidad y le quitan sus objetos y sus pertenencias y sus familiares. Démosles un libro a todos los violentos. Regalémosles un libro y digámosles: ¡tregua por favor! ¡Lee para que no ataques a nadie! –Recuerda– ¡Ningún lector es un agresor!”.

Mientras AMLO toca la lira, la altura de las llamas muerde feroz los cielos. Las cenizas de la luna blanca e inmaculada caen sobre la eterna noche del país.

Nota 1: Los datos históricos de este artículo fueron tomados de distintas ediciones de National Geographic.

Nota 2: El autor es director general
del ICAI. Sus puntos de vista no
representan los de la institución.

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