No cualquiera es comerciante

Opinión
/ 4 noviembre 2021

Desde hace tiempo he pensado en la posibilidad de encontrar una nueva forma de subsistencia, es decir, emprender un negocio propio. Pero algo me dice que estoy desprovisto de las cualidades que debe poseer todo buen comerciante. En una ocasión, por ejemplo, a dos amigos y a mí se nos ocurrió la idea de criar jabalíes. Después de un minucioso análisis del proyecto decidimos actuar de una forma más activa y nos propusimos aventurar en el mundo de la ganadería.

Después de haber hecho una serie de estudios del posible mercado de la carne del jabalí y de los insumos necesarios, calculamos lo que cada uno de los socios teníamos que invertir. Tomando en cuenta que uno de los socios consiguió unas pocilgas, y que otro de ellos podía conseguir un jabalí semental, no era tan exagerada la suma que teníamos que destinar para arrancar nuestro nuevo sueño.

Para no hacer más largo este relato, al día siguiente mis amigos, o mejor dicho, mis socios y yo nos levantamos temprano para ir hasta un rancho en Tamaulipas por el jabalí. Al llegar lo primero que escuchamos fue un grito que nos inquietó. El ranchero se rio a carcajadas y dijo: “Valientes ganaderos van a ser ustedes que se asustan con los gritos de los jabalíes”. El comentario nos ofendió un poco y su risa burlona más. Cortantes en la conversación, le pedimos que nos ayudara a subir en la camioneta al semental. Después de mucho batallar, logramos amarrar las patas del animal y lo echamos en la caja de nuestro vehículo. El ranchero dijo también que nos regalaba también dos jabalinas, pues si el semental estaba solo poco podía hacer y de nuevo lanzó una carcajada que hirió nuestro recién estrenado orgullo de ganaderos.

Por fin llegamos a Saltillo. Pero cuál fue nuestra sorpresa que uno de los tres jabalíes ya no estaba y, para nuestra desgracia, era el semental. Después de mucho meditar y de consultar a los más prestigiosos veterinarios de la localidad, llegamos a la conclusión de que las dos jabalinas poco podían hacer para multiplicarse. Ese fue el motivo por el que los tres socios llegamos a un acuerdo: “A la fregada con este negocio y con estos méndigos jabalíes”. Una de las jabalinas la regalamos y a la otra nos la comimos.

Desde aquel día quedé convencido de que para ser comerciante no es tan importante el nacer para ello, sino más bien el quehacer en ello. Con lo anterior quiero decir que una de las cualidades indispensables en todo hombre de negocios es la perseverancia.

Tengo un compadre que es comerciante. Lo conozco desde hace más de 20 años y, que yo sepa, no ha pasado desde entonces un solo día en que se ausente de su negocio. De sus padres recibió siempre un ejemplo de constancia y rectitud. Por eso la pandemia le hizo lo que el viento a Juárez. Es cierto que tuvo que cerrar algunas sucursales, pero más que hundirse en lamentos, incursionó en nuevos negocios con gran éxito.

Él es José Ramón Cortés Rivero y mañana recibirá la presea al Comerciante Distinguido de nuestra ciudad por el Consejo Directivo de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Saltillo.

Hace 35 años Ramón Cortés Herrera, su padre, abrió en un pequeño local de la calle de Humboldt un negocio llamado JR Sombreros, en el que vendían calzado de seguridad, además de botas, ropa vaquera y sombreros.

El talento y la constancia fueron heredados por su hijo, y al día de hoy son más de 6 las sucursales de JR Sombreros. Parte del éxito comercial, se debe a que José Ramón desarrolló una red de cientos de vendedoras de vales canjeables por mercancía en sus tiendas. Por si fuera poco, desarrolló su propia marca de ropa, Reining, con la que ha competido de tú a tú con otros monstruos de la moda vaquera como Wrangler o Levi’s.

Honor a quien honor merece, y mi compadre José Ramón es digno de todos los homenajes y preseas, pues él no es un comerciante que vea sólo por su propio beneficio. Muy al contrario, ha sabido premiar el compromiso de sus trabajadores y su éxito es también el éxito de ellos.

No cualquiera puede ser comerciante. Yo desistí a la primera de mi intención de criar jabalíes y vender su carne en restaurantes. Por ello admiro aún más a José Ramón Cortés y deseo para él y su familia un porvenir lleno de éxito, salud y bienestar.

aquientrenosvanguardia@gmail.com

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