No votaré en la elección del Poder Judicial

Opinión
/ 29 mayo 2025

Mis conocimientos sobre política son tan amplios como mis conocimientos de física cuántica o de patología hipocrática, es decir, no sé absolutamente nada. Sin embargo hoy me atreveré a escribir de política.

En México este término es muy común. Con frecuencia escuchamos que la política económica adoptada no fue la correcta, que el País vive en un intenso clima político, o que la política de apertura nos ha beneficiado. La política está en todos lados, pero ¿qué diablos es la política?

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El Diccionario de la Real Academia Española define política como el arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los estados. Esta definición nos hace ver que la política es un arte, una noble tarea que debe ser ejercida por aquellas personas que sean capaces de ello. Lamentablemente, en nuestro país este término ha adquirido una connotación negativa debido a las personas que la han ejercido.

Charles de Gaulle, militar y presidente de Francia a mediados de los años 60, decía que la política es una materia tan seria, que no se puede dejar a los políticos. Tenía razón. En México los políticos hacen lo que quieren, manejan a su antojo el destino de miles de personas. Cuando un político es candidato para ocupar algún cargo público, gasta la mitad de su tiempo haciendo promesas, y cuando es elegido, gasta la mitad de su tiempo con excusas.

El talento de los políticos mexicanos para hacer promesas sólo es superado por su talento para no cumplirlas.

El expresidente Andrés Manuel López Obrador es quizás el político que más promesas hizo durante su campaña. Prometió que no habría gasolinazos y la gasolina magna pasó de costar en 2018 19.80 pesos el litro, y hoy cuesta 25 pesos el litro de magna; prometió que reactivaría la economía del país y el PIB ha tenido un crecimiento prácticamente nulo respecto a 2018, además se ha tenido una inflación histórica.

Prometió que garantizaría la paz y hoy se ha alcanzado una cifra récord en cuanto a personas asesinadas, y en cuanto a periodistas y mujeres ejecutadas. Por otro lado, AMLO prometió que “el 80 por ciento de todo nuestro plan para garantizar la paz, la tranquilidad, para que no haya violencia en México, va a depender de los programas para impulsar actividades productivas y crear empleos”. Prometió que durante su administración no endeudaría al país ni habría déficit fiscal, pero hoy sabemos que si bien AMLO recibió la administración con una deuda de 10 billones de pesos, y al concluir su administración dejó a los mexicanos con una deuda de casi 17 billones de pesos. Al PRI y al PAN les tomó casi 90 años para acumular 10 billones de pesos en deuda, mientras que a MORENA le bastaron 6 años para alcanzar 17 billones de pesos en adeudos, es decir casi un 70 por ciento más. Hoy sabemos que López Obrador y su partido Morena realmente eran un peligro para México. Claudia Sheinbaum sigue encarnando esa amenaza para el futuro de nuestro el país.

Por desgracia de las únicas promesas que López cumplió fue la de acabar con todo organismo que representara un contrapeso al ilimitado ya de por sí, poder presidencial. Acabó con el INAI, se apoderó del INE, y acabó con la independencia del poder Judicial, el único de los poderes que le faltaba a Morena.

Ahora hemos sido convocados para acudir a las urnas el próximo domingo para elegir a jueces y magistrados y ministros del Poder Judicial de la Federación. En Coahuila estamos llamados a renovar 106 cargos judiciales, con un número enorme de candidatos. Las autoridades electorales estiman que un ciudadano deberá destinar aproximadamente 25 minutos para emitir sus votaciones. ¿Se imaginan el caos?

Yo no votaré el domingo, pero sé que si sólo vota el .01 por ciento del padrón, la elección será validada. El lunes México amanecerá cubierto de los nubarrones del autoritarismo. Adiós a la democracia. Adiós a la libertad. La mayoría de los jueces estarán ligados a Morena y no a la Constitución, y estar ligados a Morena es estar ligados a los cárteles del narcotráfico, a la corrupción, a la venganza, a la pérdida de libertades, en fin, a la dictadura.

No votaré el domingo. No pienso hacer el caldo gordo a algo que ya se cocinó en una de las mentes más perversas de los últimos 200 años: Andrés Manuel López Obrador. Lo único que haré será unirme a las manifestaciones para mostrar mi repudio al autoritarismo, el repudio a la idea de poner todo el poder en una sola persona. Sólo nos queda rezarle a Dios, y quizás también a Trump, el único contrapeso de los morenistas y de su presidente.

aquientrenosvanguardia@gmail.com

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