Dependiendo de a quién se lo pregunten, las metidas de pata de la 4T pueden ser meros yerros insignificantes, errores que cualquiera cometería de tan humanos que son, que no afectan en lo esencial y sólo sirven como excusa para que la oposición se cebe en el imparable avance de la transformación de México... O bien, son clarísimos signos de la incompetencia del Gobierno Federal, de su completo desconocimiento de las más básicas herramientas de comunicación y organizacionales, así como de sus bajísimos estándares de control.
Ya le digo, todo depende de a quién se lo preguntemos.
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A mí un gobierno desaseado me da muy mala espina, porque tiene todos los recursos posibles a su disposición. El talento tampoco se puede interponer como excusa, pues los gobiernos son casi por definición estructuras muy voluminosas, que emplean muchísima gente muy bien pagada. Cada detalle, por nimio que resulte o nos parezca, pasa por un sinfín de manos y ojos para que sea perfecto, al menos en sus aspectos formales.
Y es que no sólo va de por medio el prestigio de la administración, sino también el nombre del País y, por si fuera poco, el ego del mandatario en cuestión, que suele ser enorme.
Ahora, usted pensará que soy severo en mis juicios porque la 4T me tiene hasta el zoquete, pero lo cierto es que cualquier gobierno es objeto del mismo escrutinio y el priato jamás fue celebrado en estas páginas.
Y si éramos especialmente mordaces con las continuas deyecciones de Enrique Peña Nieto y no se diga con las de Vicente Fox; no veo por qué habríamos de suavizarnos con las gansadas de Tata Ganso.
¡Ah, ya sé! Lo que pasa es que en el caso del Macus-Prócer, sus errores sólo contribuyen a humanizarlo, a volverlo más cercano con la gente y a victimizarlo frente a las críticas despiadadas e injustificadas de sus adversarios. Y es que el actual presidente, a diferencia de los anteriores, es un héroe popular y contra ello no hay razonamiento que valga.
Una comiquísima errata se anotó el becario que maneja la cuenta de Twitter (X, pues) del Gobierno de la República, cuando quiso presumir el reinicio de operaciones de Mexicana de Aviación.
(¿Se acuerdan de Mexicana de Aviación? ¡Volvió! ¡En forma de paraestatal!).
El tuitazo de marras se ufanaba de este espectacular regreso a los cielos con 5 aeronaves 5, a las cuales se les identificó como tipo “Boing”, cuando lo que quisieron decir fue “Boeing”.
¿Gracioso, no? Confundir un avión con un bien reputado refresco típico de la gastronomía chilanguense (se me antojó uno de guayaba).
Es chusco y puede que no pase de lo anecdótico, pero es inevitable preguntarse cómo es que esa minúscula errata pasó inadvertida entre diseñadores, jefes de comunicación y operadores de redes sociales. ¿O será que en efecto, sólo tienen a un chavo haciendo sus prácticas manejando la cuenta oficial del Gobierno?
En dado caso: ¿Cuál escenario le da más confianza para abordar un vuelo de Mexicana?
Sí, claro. Debo estar exagerando. No tendría por qué haber ninguna relación entre el manejo de redes sociales del gobierno y la administración de su reciente adquisición y capricho imperial. El gobierno puede ser torpe y distraído en su comunicación, pero nunca lo sería operando una flotilla de aviones, ¿verdad?
...¿verdad?
Inició operaciones también el tan llevado y traído Tren Maya, en modo soft, se nos advirtió, esto quiere decir que está aún lejos de ser todo lo inicialmente proyectado... aunque su costó ya superó varias veces lo estimado.
Y claro, fue otra peccata minuta la que tenía que cautivar la atención de esos malditos vagos opositores que no soportan ver el éxito de la Transformación: El menú de a bordo. Vamos a obviar que era ridículamente caro (que los precios en combo de algunos productos superaban por mucho el comprarlos de manera individual); y que incluía Gansitos, Chocorroles, Pingüinos y toda una colección de productos que esta administración tiene satanizados.
Pero era el diseño de la carta lo que despertó mi curiosidad y la de muchos expertos en arte gráfico, y es que estaba ejecutado con una fuente (fuente tipográfica) que de tan genérica resulta hasta oprobiosa y ofensiva para cualquiera con un mínimo conocimiento en comunicación visual: La abominable Comic Sans, cuyo uso está prohibido hasta para trabajos de preescolar.
Nuevamente, es una tontería cosmética, no esencial, no tiene que ver con el desempeño del condenado tren. Es sólo que da pie a otras inquietudes y ulteriores interrogantes:
Si nadie se tomó la molestia de diseñar un menú (diseñarlo en lo gastronómico, pero tampoco en su aspecto gráfico)... ¿en qué otras áreas habrán obviado esfuerzos o escatimado recursos?
¿Cómo es posible que un proyecto tan costoso y emblemático para esta administración no tenga una oferta gastronómica decente y tampoco una identidad gráfica propia?, ¿por cuántos miles de millones se quedó corto su presupuesto?
En fin, deben ser puras ganas de necear las mías, ya que tampoco podemos asegurar que si el Gobierno es desprolijo, chambón e incongruente en un área accesoria, tiene que serlo también por necesidad en alguno de los rubros esenciales de una operación... ¿verdad?
¡No, qué va!
Como postdata. Hace un par de días apenas, un youtuber presumió en redes con lujo de video, ser el pasajero único de un vuelo de Mexicana.
Así como lo lee: ¡Un sólo pasajero a bordo de un avión “boing” 373! Le invito a sacar sus propias conclusiones sobre operación y rentabilidad.
¡Un único pasajero en un vuelo comercial! ¡Chúpate esa, Greta Thurnberg! ¡¿A qué te supo, estúpido calentamiento global?! ¡La Cuarta Transformación va que vuela!