¿Otra vez lo mismo? El streaming y la basura reciclada

He notado algo últimamente, que todas las plataformas de streaming se han vuelto como esos bufés de comida barata donde uno tiene mil opciones, pero todas saben igual. Las opciones son tan vastas como las estrellas en el cielo, es cierto, pero la calidad... bueno, digamos que es un poco más difícil de encontrar que una aguja en un pajar. Y es que en medio de toda la maraña de contenido que estas plataformas nos ofrecen para descubrir, pareciera que hay mucho que ver, pero a veces parece que no hay nada bueno ni interesante en absoluto.

Las plataformas de streaming nos prometieron un mundo de entretenimiento ilimitado, pero en realidad nos han dado un montón de basura reciclada en formato digital. Es como abrir una lata de conservas y encontrarse con una versión enmohecida de su comida favorita. ¿Dónde quedaron las joyas del entretenimiento? ¿Dónde están esas historias innovadoras que nos mantienen al borde del asiento? Pues, queridos lectores, están enterradas bajo toneladas de mediocridad.

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Hablemos de la originalidad, o más bien, de la falta de ella. En un mundo donde el contenido original parece ser tan raro como un unicornio dorado, nos encontramos navegando entre un mar de remakes, secuelas y “nuevas” versiones que ni siquiera el mejor capitán podría orientarse.

¿Quiere una serie sobre zombies? ¡Tiene cientos para elegir! ¿Prefiere una comedia romántica con un toque de drama? No hay problema, aquí tiene un millón de opciones más. ¿Qué tal una nueva versión de una película clásica que nadie pidió? ¿O una serie basada en un éxito literario que es sólo una sombra pálida de su contraparte impresa? ¿Quiere una serie sobre un grupo de amigos en Nueva York? ¡Tiene docenas! ¿O prefiere una película de superhéroes con CGI excesivo y trama escasa? ¡Le tenemos cubierto! Y si lo suyo son los dramas adolescentes con triángulos amorosos que podrían resolverse con una simple conversación adulta, ¡felicidades!, está a punto de ser inundado de opciones.

Estos genios del séptimo arte interpretan la originalidad como sinónimo de arruinarlo de la mejor manera posible, “oye, hagamos una secuela o un remake de una película que ni siquiera necesita una continuación, ¡genial! ¿Por qué crear algo nuevo cuando podemos recalentar lo viejo y venderlo como nuevo y emocionante?”. Hollywood debería dar lecciones de reciclaje porque están convirtiendo la falta de ideas en un arte.

Pero si esto no es suficiente, existen sus series “originales”. ¿Ha notado cómo todas estas series “originales” parecen seguir la misma fórmula? Personajes estereotipados, giros predecibles y esos suspensos que no tienen sentido, ¡todo en un sólo paquete! Ah, qué emocionante es ver la misma historia una y otra vez, pero con un elenco diferente y un final ligeramente modificado. Parece que el plagio se ha convertido en el pan de cada día de los guionistas.

Y no olvidemos el fenómeno de las series que duran más que un maratón de maratones. Sí, esas que empiezan con un concepto intrigante y fresco, pero que al final se estiran tanto que uno se pregunta si los guionistas están simplemente escribiendo con un teclado de estiramiento. ¿Para qué necesitamos calidad cuando podemos tener cantidad, verdad?

Pero también está la contraparte. ¿Alguna vez se ha topado con una serie que parece prometedora, sólo para descubrir que fue cancelada después de una temporada? ¡Bienvenido al club! Porque parece que las plataformas de streaming tienen un talento especial para invertir en proyectos que ni siquiera ellos mismos creen que tendrán éxito. Pero seamos sinceros, no necesitamos conclusiones satisfactorias de todos modos, podemos vivir con la constante pregunta ¿qué carajos pasó después?

Espere, ¡porque ahí viene el gran rescate! Cuando se sienta abrumado por la mediocridad, siempre puede recurrir a la sección de “clásicos”. Sí, esos programas y películas que ya vio mil veces cuando era un niño, pero ahora están disponibles en gloriosa alta definición. Porque, ya sabe, nada grita “novedad” como ver algo que podría recitar palabra por palabra en su sueño más profundo.

Y por supuesto, no podemos olvidar la joya de la corona: los reality shows, ese género tan querido por algunos y tan odiado por otros. Desde competencias de cocina hasta citas a ciegas, parece que la premisa es siempre la misma: poner a un grupo de personas en situaciones incómodas y ver cómo se desarrolla el caos. ¡A la chingada los guiones, tenemos drama real!

Sí, puede que el contenido en las plataformas de streaming a menudo parezca monótono, repetitivo y carente de originalidad. Pero en medio de todo ese desorden, hay gemas ocultas esperando ser descubiertas. Esas películas independientes que desafían las convenciones, esas series que te hacen reír, llorar y pensar al mismo tiempo. Porque el verdadero valor del entretenimiento no reside en la cantidad, sino en la calidad. Tómese su tiempo, explore un poco más allá de lo obvio, y quién sabe, podría encontrarse con algo que realmente valga la pena ver.

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En medio de todo este vasto desierto de entretenimiento, quizás haya una lección que aprender después de todo, y tal vez esté en alta definición. La verdadera innovación yace en la forma en que consumimos el contenido. Quizás debamos recordar que las mejores historias no siempre se encuentran en las pantallas, sino en los libros, en la conversación con amigos, o en la exploración del mundo que nos rodea. La verdadera aventura no está en encontrar algo nuevo para ver, sino en encontrar nuevas formas de disfrutar la vida fuera de la pantalla.

Así que la próxima vez que se encuentre perdido en el laberinto de las plataformas de streaming, tómese un momento para reflexionar. El exceso de opciones y la falta de calidad nos están diciendo algo sobre lo que realmente valoramos en el entretenimiento. Tal vez sea el momento de desenchufar y buscar experiencias más significativas fuera de la pantalla. Porque al final del día, la vida real siempre superará a la más espectacular de las ficciones. Pero al fin y al cabo, esta es solamente mi siempre y nunca jamás humilde opinión. Y usted... ¿qué opina?

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