PAN y PRI: Análisis de la debacle de los partidos opositores

Opinión
/ 10 julio 2024

Empecemos por las reglas del juego:

1. El artículo 41 fracción I de la Constitución establece que “los partidos políticos son entidades de interés público”. No me detengo en el debate en torno a lo que es el interés púbico. Asumo que los partidos son entidades que nacen y existen por y para contribuir al bien común de la sociedad. Ese es su “deber ser”, sin entrar a debatir qué tan lejos están de tal objetivo.

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2. El párrafo cuarto de esa misma fracción señala que: “El partido político nacional que no obtenga, al menos, el tres por ciento del total de la votación válida emitida en cualquiera de las elecciones que se celebren para la renovación del Poder Ejecutivo o de las Cámaras del Congreso de la Unión, le será cancelado el registro”.

3. La fracción II del citado artículo 41 establece: “La ley garantizará que los partidos políticos nacionales cuenten de manera equitativa con elementos para llevar a cabo sus actividades y señalará las reglas a que se sujetará el financiamiento de los propios partidos y sus campañas electorales, debiendo garantizar que los recursos públicos prevalezcan sobre los de origen privado”.

“El financiamiento público para los partidos políticos que mantengan su registro después de cada elección, se compondrá de las ministraciones destinadas al sostenimiento de sus actividades ordinarias permanentes, las tendientes a la obtención del voto durante los procesos electorales y las de carácter específico”.

Con tales reglas del juego, una parte de la sociedad, que se organiza bajo ciertos principios e ideología, pueden formar un partido político con la aspiración de obtener el apoyo mayoritario de la sociedad para dirigir sus destinos, haciéndose responsables del gobierno durante el periodo de tiempo que la propia Constitución General o las particulares de los Estados establezcan.

Los partidos pueden subsistir siempre y cuando obtengan cuando menos un tres por ciento de apoyo por parte de los votantes. Mientras existan como tales, la Constitución les garantiza acceso a financiamiento público y les permite acceder a dinero privado, siempre y cuando éste no rebase el monto del financiamiento público. Condición que rara vez se cumple porque se fiscaliza poco y mal, ya sea por falta de capacidad o de interés. En este negocio de acceder al poder, el dinero en efectivo sigue siendo el rey, como llega se va, se pulveriza sin dejar rastro alguno.

Una vez que la aplanadora electoral de Morena hizo su trabajo, los principales partidos de oposición se encuentran en la lona. El PRD, antecedente ahora incómodo de Morena, desaparecerá puesto que no alcanzó el tres por ciento de los votos emitidos. El PRI se encuentra en su mínimo histórico, sólo tendrá 33 de 500 diputados, su bancada será menor que las del Partido Verde y el Partido del Trabajo. Acción Nacional retrocedió penosamente, en parte por la chamaqueada que Alito Moreno propinó a Marko Cortés. El PAN contará con 68 diputados federales, penosamente, menos que los 77 del Partido Verde, que será segunda fuerza en la Cámara de Diputados, aliado con Morena.

Sin lugar a dudas, Marko ha sido el peor presidente de Acción Nacional; parafraseando la frase evangélica, diría, “por sus resultados los conoceréis”. No creo que Marko sea el único responsable de la debacle, esta es el resultado de un proceso que empezó a construirse desde el momento en que Vicente Fox llegó al poder, seguido por Felipe Calderón, por la derrota electoral de Josefina, el desastre de Ricardo Anaya y la malograda alianza PRI- PAN-PRD. En cada una de esas aduanas tuvieron la oportunidad de renacer, de relanzarse; lo impidieron los titubeos, las dudas, la incapacidad y la mucha, pero mucha corrupción.

Sorprende el cinismo de la dirigencia nacional ante la derrota sufrida. Sin que importe la magnitud del descalabro, los que se apropiaron del PAN se aferran a seguir al mando. Uno pensaría que es absurda tanta necedad, pero la explican los muchos millones de pesos de financiamiento público, los gobiernos municipales que controlan y las componendas que consiguen con el Gobierno Federal en turno, aunque no la justifiquen. Ahí seguirán, algo semejante sucedió en Coahuila, no importa que apenas alcancen el 5 por ciento de la votación, mientras sobrevivan legitimarán al gobierno en turno y “perfeccionarán” sus modos de prostituirse. “El que paga, manda”.

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Este tipo de organizaciones, otrora partidos políticos, al fin de cuentas terminan por desaparecer. Con el tiempo surgirán nuevos liderazgos que darán vida a nuevos partidos. Mientras los añejos partidos de ayer terminarán por allanarse al gobierno, como sucederá con el PRI, o sumarán sus despojos a otras fuerzas, como seguramente sucederá con el PAN. Al tiempo.

El artículo 138 de los Estatutos del Partido Acción Nacional señala: “En caso de disolución, la misma Asamblea designará a tres liquidadores, quienes llevarán a cabo la liquidación del Partido en su aspecto patrimonial. El activo neto que resulte se aplicará a otra institución o sociedad que tenga los mismos fines de Acción Nacional, a la Universidad Nacional Autónoma de México o a una institución de beneficencia, según acuerde la Asamblea”. Que la UNAM se prepare, no vaya a ser que Marko Cortés y sus compinches hagan de las suyas.

@chuyramirezr

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