AMLO, el nuevo Calles: 1929, va de nuevo
Durante la presidencia interina de Emilio Portes Gil (1928-1930), el 17 de noviembre de 1929, tuvieron lugar en México unas elecciones presidenciales extraordinarias para reemplazar al general Álvaro Obregón, que resultó electo por segunda vez en julio de 1928, pero murió asesinado pocos días después. En la elección extraordinaria de 1929 participó José Vasconcelos como candidato de la oposición, mientras que el recién fundado Partido Nacional Revolucionario lanzó la candidatura de Pascual Ortiz Rubio.
La sociedad estaba cansada de una lucha armada que había comenzado a finales de 1910. Ese cansancio propició el nacimiento de un sistema político que controló el poder público sin que intervinieran las balas. El asesinato de Colosio puso fin a ese ciclo, 65 años después en 1994.
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En 1929 Vasconcelos hizo un papel histórico como líder de la oposición, pero el fraude fue obvio y Vasconcelos equivocó el cálculo. El ánimo de los mexicanos ya no era de lucha. Sus alumnos lo animaban a crear un partido de oposición, una vía institucional para construir la democracia. Vasconcelos prefería levantar al pueblo en armas, pero no lo consiguió.
El sistema político fundado por Calles se llamó PNR, abuelo del PRI, que arrasó con todo. Los únicos pesos y contrapesos reales jugaban sus cartas en el interior del partido o provenían del vecino del Norte, siempre activo y presente desde tiempos del embajador Poinsett, en aquel México que iniciaba su vida independiente.
A partir de 1929 la oposición quedó descabezada, no existía ningún líder visible. Fuera del pacto callista quedaron los más ideológicos: una embrionaria izquierda histórica y el centro-derecha. En 1929 fue Calles el gran articulador del nuevo sistema. Se colocó por encima de los enfrentamientos entre caudillos, él mismo dio un paso atrás, aunque permaneció tras bambalinas, vigilando, garantizando y cuidando el pacto; el llamado “Maximato”, que se prolongó hasta 1934, cuando el presidente Cárdenas expulsó a Calles del país.
Noventa y cinco años después, Andrés Manuel López Obrador asume un papel similar. Es el garante de un nuevo pacto al interior del movimiento fundado por él mismo. Los viejos partidos han perdido toda legitimidad, toda credibilidad. Una vez más, los únicos pesos y contrapesos se dan al interior de Morena o provienen del vecino del Norte.
En 1929 tuvieron que transcurrir diez años para que naciera una oposición organizada, a la que tomaría otros sesenta y un años llegar al poder presidencial. El líder de esa oposición fue Manuel Gómez Morín, quien fuera asesor de Alberto Pani, secretario de Hacienda de Calles. Más tarde fue director del Banco de México (Banxico) y cercano colaborador de su maestro, José Vasconcelos, durante la campaña presidencial de 1929. En 1933 asumió como rector de la UNAM, desde donde defendió la recién estrenada autonomía universitaria y se enfrentó a su antiguo compañero y amigo, Vicente Lombardo Toledano, representante del otro extremo ideológico, que durante un tiempo quedó fuera del arreglo político en el nuevo sistema.
Fueron diez años y suficientes agravios en los más diversos sectores de la sociedad para que naciera una fuerza de oposición partidista con suficiente legitimidad, el Partido Acción Nacional (PAN). La investidura presidencial de Lázaro Cárdenas explica que la oposición naciera desde el centro-derecha, con una amalgama de líderes provenientes de tres frentes distintos. Los universitarios ideológicamente herederos de Madero y Vasconcelos; los líderes católicos que sustentaban su actuar en la Doctrina plasmada en dos encíclicas papales, Rerum Novarum (1891) y Quadragesimo Anno (1931); por último, líderes empresariales impactados negativamente por los primeros diez años del sistema. Aun así, los fundadores del PAN eran una minoría, la gran mayoría en estos sectores permaneció fiel al sistema, con el que hacía tratos y pactaba prebendas.
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Que no nos extrañe presenciar algo semejante en la próxima década. La mayoría abrumadora de Morena habrá de consolidarse con diputados y senadores del PRI, de Movimiento Ciudadano y alguno de Acción Nacional. Sólo quedará el PAN con un liderazgo nacional débil y corrupto. Esta oposición se irá desdibujando o reacomodando. Al paso del tiempo se acumularán los agravios de parte del gobierno, cosa normal. Éstos motivarán nuevas organizaciones que, tarde o temprano, darán vida a una nueva oposición legítima y creíble, mientras la vieja y desprestigiada irá saltando al nuevo sistema o desapareciendo.