¿Papás o entrenadores o árbitros?
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Hoy los papás tienen una mayor conciencia en la participación en las actividades de sus hijos y tratan de asistir a todas ellas sin importar lo significante que sean. Sabemos, muchos de nosotros, lo frustrante que puede ser ver a nuestro hijo jugar y que no demuestra o no lo dejan exhibir lo bueno que es. Los padres debemos tener mucho cuidado que nuestros impulsos o emociones negativas se apoderen de nosotros. Esto incluye no comparar a su hijo con otros jugadores. En su lugar, hay que concentrarnos en lo que su hijo puede hacer para mejorar. Como padres, siempre debemos ser honestos y claros y estar preparados para lidiar con grandes decepciones.
¿Cuántos papás observamos desde la línea y gritamos majaderías? Por un lado, presionamos a nuestros hijos a jugar como nosotros pensamos. Un día estaba viendo un juego de futbol entre dos primarias y uno de los papás estaba atrás de la portería diciéndole a su hijo cómo jugar como portero: “Sal, no salgas, patea, aviéntate, etc.”. Y al recibir un gol, le gritó que era un pend... y que si no seguía sus instrucciones lo iba a sacar del juego. Entiendo lo frustrante que puede ser que nuestro hijo no cumpla con ciertas expectativas, pero es su juego y sus decisiones, buenas o malas, le ayudarán a ser mejor cada día.
Quizás lo más desilusionante es cuando no estamos satisfechos con el trabajo de los árbitros y entrenadores. ¿Cuántos de los papás criticamos cuando el entrenador cambia a un jugador peor por uno mejor en el partido o cuando saca a nuestro hijo y lo pone en la banca? Muchos de los papás nos consideramos mejores entrenadores y reprobamos sus decisiones y más si afectan a nuestro hijo. Otro gran problema cuando no estás satisfecho con el trabajo de los árbitros y gritarles que son incompetentes.
El problema de la insatisfacción con los árbitros no es un problema nuevo. Hay varios estudios realizados en los Estados Unidos que analizan las emociones de los propios árbitros acerca de su trabajo, encontrando que el 20 por ciento tiene problemas de salud mental y uno de cada diez reportó enfermedades crónicas. En otro estudio realizado en Noruega, donde participaron 204 árbitros, encontró que tanto hombres como mujeres experimentaron deterioro en sus estados emocionales y autoeficacia. Alrededor de una cuarta parte de los árbitros informaron que estaban preocupados por la hostilidad de los padres y espectadores. La mayoría de ellos experimentaron fatiga física, que puede ser un signo de angustia psicológica. Tanto en Estados Unidos como en Noruega muestran una gran preocupación por el número alto de deserción de árbitros en los niveles educativos desde preescolar hasta universidad y una disminución considerable de nuevos árbitros.
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Esta semana recibí un correo electrónico de un papá preocupado porque muchos papás quieren ser entrenadores, árbitros y jugar por sus hijos: “Me ha tocado ver en primer plano a mamás de niños en fútbol, o como se les llama también, “soccer moms”, enojadas porque meten a alguno de los niños del equipo que no juega bien, que no para los goles, que no pasa bien el balón. Quieren convertirse en el entrenador y “jugar a ganar y solo a ganar”. Dejemos a nuestros hijos vivir su vida con sus éxitos y fracasos, hagamos de ellos personas independientes y capaces de enfrentar cualquier adversidad con éxito y motivación para seguir adelante a pesar de todo obstáculo que enfrenten.
Encuesta Vanguardia
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